Argentina lleva un ritmo que desborda. En política, tribunales y economía las cosas suceden tan rápido que ayer suena a tiempo lejano. El Gobierno emite bonos a toda máquina para saldar la deuda eterna de los “holdouts”, Cristina Fernández regresa al banquillo pero actúa como si fuera la protagonista de un gran estreno, a Uber le dura el invento en Buenos Aires menos que un chocolate a la puerta del colegio, en un concierto de música electrónica mueren de golpe cinco jóvenes y varios se debaten entre la vida y la muerte como efecto o sobredosis de drogas sintéticas... En ese contexto, el padre de Mauricio Macri ahora se vuelve macrista y acusa al kirchnerismo de arrebatarle la empresa de correos que tuvo “para repartir algo más que cartas”.
No tan rápido el Presidente de Argentina se reunió con los empresarios y les dijo algo parecido al, “ya te vale” con el tema de los precios. La inflación tiene al Ejecutivo entre la espada del bolsillo de la gente y la pared de la paciencia para llegar a fin de mes. Y con la violencia asomando de nuevo, a pasos de los Tribunales federales y a centímetros de algunos ministros, quizás habría que extremar los recaudos para no tener algún incidente del que haya que arrepentirse. Algunos ejemplos son algo más que un aviso y si no, basta recordar el zarandeo en el brazo de la vicepresidenta, Gabriela Michetti en su silla de ruedas por una fanática en Tucumán o el empujón que recibió el propio “Mauricio” en Córdoba, o los “piropos” que oyó la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, en Bahía Blanca… El clima está un poco calentito aunque algunos lo traten de disimular, con mejor o peor ritmo, bailando.
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