Carmen de Carlos el 06 abr, 2013 Buenos Aires. Carmen DE CARLOS Después de la tempestad no llega la calma. Argentina se ahoga en el estanque de la corrupción y la ineficiencia. La Plata, capital de Buenos Aires, se transformó esta semana en una pequeña Venecia del subdesarrollo. Medio centenar de muertos, miles de damnificados y cuerpos perdidos en el fango del desastre, dejaron en la ruina a buena parte de su población. El diluvio universal descargó con toda su fuerza en este lado de América del sur. El gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, no mintió cuando dijo, “no hay precedente” de semejante caudal de agua. Es cierto que en un día cayó el equivalente a un otoño completo. Pero también lo es que los miles de millones de dólares recaudados durante décadas no han tenido el destino debido. La población lo sabe y lo demanda, sin éxito, a sus dirigentes. Argentina carece de política de Estado para afrontar las obras públicas necesarias. No hay planes hidráulicos ni programas de infraestructuras sólidos para la principal provincia del país ni para su capital. El Gobierno Nacional se hace el distraído y mira a los gobernadores y a los intendentes (alcaldes). El dinero, “la plata”, es la moneda de cambio que se guarda Cristina Fernández de kirchner para los que no piensan ni son de los suyos. Para los otros, los que llevan la inicial K como bandera, la caja de la Casa Rosada es generosa y los créditos internacionales tienen su luz verde sin dificultad. Para infortunio de los argentinos, los dirigentes -de ayer y hoy- se lavan las manos en el agua de la impunidad. El kirchnerismo lleva una década en el poder y actúa como si fuera nuevo en estos barros. No siente ni afronta la cuota de responsabilidad que le corresponde con los muertos y con los que llegarán. Porque la historia, por desgracia, se repetirá. Sólo es cuestión de tiempo, del mal tiempo. Política Tags argentina. la platalluviastorrenciales Comentarios Carmen de Carlos el 06 abr, 2013