Carmen de Carlos el 25 mar, 2013 Buenos Aires. Carmen DE CARLOS “Hay víctimas a las que rescatamos tres veces”. Gustavo Vera se refiere a las mujeres atrapadas en redes de prostitución. Desde la Fundación Alameda, donde trabajaba codo a codo con el Papa cuando era Monseñor Bergoglio, no da tregua a los prostíbulos, denuncia los talleres de costura clandestinos y se enfrenta a narcotraficantes. La sede de “la cooperativa sufrió dieciocho atentados”, recuerda. “Hay medio millón de personas esclavizadas en diferentes ramas de la economía pero fundamentalmente se localizan en el sector rural y textil”. Las estimaciones de Gustavo son precisas y responden a un trabajo de campo en el que, desde el 2008, le acompañó Jorge Mario Bergoglio. “Le pedimos ayuda y protección contra las mafias. No le conocíamos”, recuerda. “El cardenal –como se refiere al Papa – le dio un apoyo importantísimo a la Alameda a lo largo de cinco años consecutivos. Logró hacer visible el problema”. Vera asegura que Bergoglio “era muy activo”. Calcula que habrá mantenido, “más de ochenta reuniones con víctimas. Las ayudó y presionó al Estado para que cumpla con la ley. A él -continúa- le preocupa la reinserción de las víctimas y su seguridad. Algunas, cuando su vida estaba en peligro, las refugiaba en la iglesia”. El combate contra la explotación y los abusos no son fáciles en Argentina, “a veces tengo miedo de que me maten”, murmura Vera. La Alameda es una ONG donde conviven troskistas, “zurdos”, religiosos de misa diaria o agnósticos. “Hay lugar para todos”, observa. En este espacio las tertulias “con mate de por medio entre el Cardenal y los cooperativistas eran muy intensas”. Gustavo recuerda algunas y se lleva las manos a la cabeza cada vez que menciona los números de la miseria humana. “Hay sesenta mil mujeres esclavizadas sexualmente en ocho mil prostíbulos. Esto sucede en un país donde tenemos el promedio de consumo de cocaína más alto per capita. Los carteles están vinculados a su vez a redes de proxenetas… “. El suma y sigue termina con un lamento, “solamente hay un condenado por lavado de dinero en últimos quince años.” “Estos delitos –insiste- no se pueden cometer sin cierta complicidad de los estamentos del Estado. Nosotros luchamos contra toda forma de exclusión y de mafia sin importarnos el color político. Donde descubrimos mafia la denunciamos y tratamos de rescatar a la víctimas. El cardenal tenía la misma preocupación”, apunta. Campechano, profesor de lengua, Gustavo Vera no se sorprende de “la campaña contra Bergoglio” que se desató los primeros días tras su designación como Papa. “Viene del 2005, cuando en diferentes homilías empezó a hablar de la exclusión, de la pobreza y de la corrupción. Esto, no le gustó a Néstor Kirchner”. Después, pasó lo que todos los argentinos saben, el ex presidente, continúa, “boicoteó el Tedeum”, una misa anual por el aniversario de la revolución del 25 de mayo y no volvió a poner un pie en la Catedral Metropolitana. Vera se indigna al recordar, “se inventan una campaña de la mano de Horacio Verbitsky –periodista- a través de un supuesto colaboracionismo del cardenal con la dictadura. Sabíamos que no había sido así y sabíamos quien es Verbitsky, era de los servicios de inteligencia de montoneros (guerrilla peronista), después se dio vuelta (cambió de posición) en el 79 y escribió “El poder aéreo de los argentinos” para la Aeronáutica. Mientras a sus compañeros los mataban y los torturaban, él colaboraba con la Aeronáutica y caminaba libremente por la calle. Nunca tuvo ningún tipo de inconveniente. Para nosotros, está claro que trabaja para los servicios”. Las denuncias de La Alameda han salpicado a grandes marcas de alta costura e incluso, a la mujer del jefe de Gobierno de Buenos Aires, Juliana Awada, por producir prendas mediante trabajo esclavo de inmigrantes pero el dedo acusador de La Alameda también apuntó a un miembro emblemático de la Corte Suprema (Tribunal Supremo): Eugenio Zaffaroni, al que descubrió como propietario de varios pisos donde se ejercía la prostitución. “Zaffaroni –advierte- fue juez penal de siete dictaduras: La de Onganía, Levingstone, Lanusse, Videla, Viola, Bignone y Galtieri. Escribió el Código Militar para la dictadura y pese a ello es prácticamente un paladín de los derechos humanos del Gobierno”, comenta con ironía. Gustavo vera apura un cigarrillo tras otro y reparte en todas direcciones. “Sandrí (cardenla argentino) representa lo peor del Vaticano, forma parte de los que tratan de encubrir las redes de pedofilia y mira a un costado frente a los escándalos de lavado de dinero del Banco Ambrosiano. A esa persona, recibió el Gobierno el 27 de diciembre, claramente, como un mensaje de a quien estaban apoyando”. Lo cuenta después de recordar que a Monseñor Bergoglio la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, le cerró las puertas de la Casa Rosada hasta catorce veces. Otros temas Comentarios Carmen de Carlos el 25 mar, 2013