Lydia Bosch acusó a su marido de un gravísimo delito, abusos sexuales contra su hija. Un juez ha dictaminado que tales abusos no han existido, y, sin embargo, una buena parte de las revistas del corazón presenta a Lydia Bosch como una víctima.

Lo que pone de manifiesto dos cosas, que el código ético de dichas revistas del corazón debería ser urgentemente revisado. Y lo que me parece aún más preocupante. Que los hombres están en la actualidad desamparados ante las acusaciones de delito sexual. Hemos pasado de la impunidad para este tipo de delitos al otro extremo, al que vivimos ahora, a una sociedad en la que las denuncias falsas pueden hacer un daño terrible al denunciado porque la presunción de inocencia no se le aplica.
La culpabilidad de los hombres se da por supuesta antes de probarla. Lo que abona el terreno para las denuncias falsas. Y sin consecuencias para el denunciante.
Es posible, por supuesto, que Lydia Bosch creyera y crea firmemente en su denuncia y que actúe de buena fe. Pero lo que no es posible, desde el punto de vista ético, es que los medios de comunicación persistan en presentarla como una víctima, cuando el juez ha determinado que la única víctima, por el momento, es el acusado de los abusos sexuales.
Discriminaciones