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¿Qué hay detrás del negro escenario pintado por el Gobierno?

Yolanda Gómez el

El escenario que pintó el viernes el Gobierno para el próximo trienio es sin duda deprimente. España no crecerá hasta 2014, no creará empleo hasta 2015 y el paro no bajará del 25% hasta 2016. Sin embargo, los mensajes que se mandan desde el propio equipo económico de Rajoy apuntan signos más esperanzadores e indicadores adelantados de recuperación. ¿Qué ocurre? ¿A qué se debe esta especie de esquizofrenia? ¿Qué hay detrás de esas cifras?

Sin duda Bruselas ha tenido mucho que ver en las sombrías perspectivas que ha dibujado el Consejo de Ministros. España necesitaba que Europa le diera más tiempo para realizar sus ajustes y no ahogar tanto la economía. Pero la única excusa que tenía nuestro país para pedir ese tiempo extra era precisamente la falta de crecimiento. De este modo, la presentación de un escenario más negativo de lo que realmente se espera permite lograr ese objetivo irrenunciable de dar más margen para reducir los números rojos de la economía.

Otro argumento a favor de pintar un panorama tan desolador es que la realidad, salvo catástrofe, será mejor que las previsiones. Y además da más realismo al cumplimiento de los presupuestos. Cuando se aprobaron las cuentas de 2013 una de las principales críticas era, precisamente, que tenían los pies de barro porque se habían elaborado con previsiones demasiado optimistas.

No obstante, dibujar un escenario tan negativo tiene sus riesgos. El principal, el desánimo que genera entre ciudadanos y empresarios, que toman sus decisiones en función de las expectativas futuras. De modo que al final estas previsiones pueden tener impacto en la realidad empeorando incluso la situación.
De momento, los indicadores que conocemos sobre la economía española no son especialmente halagüeños. El PIB sigue cayendo. Un 0,5% en el primer trimestre, menos que al cierre del año pasado, pero caída al fin y al cabo. Y esos más de seis millones de parados pesan como una losa sobre las expectativas económicas.
En el lado positivo, la inversión. Desde agosto del año pasado los inversores internacionales han vuelto a confiar en España y apuestan por nuestra deuda. El Estado y las empresas se financian más barato. Ahora solo falta que esa llegada de dinero se transmita a la economía real, al crecimiento y al empleo. Esperemos que ese traslado se haga un poco más rápido de lo que calcula el Gobierno.

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