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Blogs Cuentas conmigo por Yolanda Gómez

Suma y sigue con la sangría laboral

El aumento del paro y la caída de la afiliación en enero son menores que el año pasado, pero las cifras acumuladas en el último año asuntan

Yolanda Gómez el

Este mes de enero se han destruido casi 220.000 empleos y el paro ha aumentado en más de 76.200 personas. Son cifras algo mejores que las registradas hace un año, pero no nos engañemos, la sangría del mercado laboral continúa y solo la flexibilidad introducida por los ERTE permite amortiguar unas cifras que de otro modo serían dramáticas. El covid llegó cuando el mercado de trabajo español todavía no había recuperado las cifras previas a 2008, cuando la tasa de paro bajó por primera vez en décadas del 9% y una vez más esta crisis primero sanitaria y poco después económica, se ha cebado con especial virulencia en España. Y no puede ser casualidad. Algo falla en nuestro mercado de trabajo.

Es cierto que el hecho de que nuestra economía sea muy dependiente del sector servicios, y en concreto del turismo, explica buena parte de nuestros males durante esta pandemia, pero hay algo más. Nuestro mercado laboral, que se ha flexibilizado bastante respecto a la anterior crisis, sigue teniendo rigideces y necesita una mayor conexión con el mundo educativo para hacer frente a la lacra del paro juvenil. No es asumible tener un paro superior al 40% entre los menores de 24 años. La formación profesional sigue siendo una asignatura pendiente y aunque los que estudian una carrera universitaria lo tienen un poco más fácil para encontrar trabajo, al final los vemos cubriendo puestos para los que están sobrecualificados, con salarios muy bajos y lo que es peor, con pocas expectativas de futuro. Y esto es lo peor que le puede pasar a una sociedad, la desesperanza de los jóvenes en el futuro. “Esto es una crisis temporal, los salarios volverán a recuperarse cuando esto pase”, les decíamos a los jóvenes que empezaban con salarios muy bajos allá por 2010 o 2012, nosotros también empezamos así. “Pero vosotros teníais expectativas de mejora”, te dicen, y ahora esas expectativas no las tenemos. Como sociedad no nos podemos permitir que esto ocurra. Nuestra principal prioridad como sociedad y como país debe ser transmitir a nuestros jóvenes que merece la pena formarse, que merece la pena esforzarse en el trabajo, que su sacrificio tendrá la compensación de un sueldo digno que les permita acceder a una vivienda o crear una familia. Y eso no se soluciona con ocurrencias como la semana laboral de cuatro días, o fijando por decreto salarios mínimos que dejen fuera del mercado a los más desfavorecidos, o dando marcha atrás a la reforma laboral para mantener los privilegios de los que llevamos años con trabajos fijos, se soluciona con un esfuerzo colectivo entre gobiernos, empresas, sector educativo y familias que pongan el foco en educarles y prepararles para el mercado laboral y en hacer un esfuerzo porque tengan al menos expectativas de tener unos sueldos dignos.

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