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Cataluña: la ‘pela’ pierde frente a la ideología

Me equivoqué, la huida de las empresas y el deterioro de la economía no han sido el principio del fin del procés

Yolanda Gómez el

Ingenua de mí, cuando en 2017 ante la declaración unilateral de independencia, muchas empresas empezaron a trasladar sus sedes desde Cataluña a otras comunidades escribí que estábamos en el principio del fin del procés. ‘La pela es la pela’, pensé y la burguesía catalana, dominante en la comunidad, no puede haber cambiado tanto como para tirar por la borda tantos años de progreso y esfuerzo y permitir la huida de la inversión y el deterioro progresivo de la economía catalana. Me equivocaba.

Los resultados de las elecciones del pasado domingo son una muestra más de que la economía ha dejado de ser tan importante para los catalanes y que priman los criterios ideológicos o las promesas de una arcadia feliz, frente al deterioro económico. La inacción del Gobierno independentista durante la última legislatura, el empeoramiento de todos los indicadores respecto a la media española y sobre todo, respecto a Madrid, no han servido para abrir los ojos a los catalanes sobre la dinámica de destrucción en la que se están metiendo. Cataluña históricamente había estado por delante de Madrid en PIB, creación de empresas, atracción de inversión internacional… En tres años todo ha cambiado y no hay un solo indicador en el que Cataluña esté por encima de Madrid. El PIB por habitante de Madrid se sitúa en 35.876 euros, en Cataluña en 31.111 euros; la inversión extranjera en Cataluña cayó un 28% entre enero y septiembre del año pasado, en Madrid aumentó un 18%; la deuda catalana duplica con creces la de Madrid y según el gabinete de estudios de BBVA Research, se han dejado de crear 30.000 empleos como consecuencia del proceso independentista. Las cifras dejan muy claro que la aventura independentista genera incertidumbre y hace daño a la economía, pero al ser un deterioro progresivo, probablemente los ciudadanos no lo perciben como algo real. Y si a esto añadimos que sigue estando la posibilidad de culpar a Papá Estado de todos los males de Cataluña, el engaño es perfecto.

Mucho me temo que la nueva legislatura volverá a reeditar la parálisis de la anterior. La alternativa más probable es la de mantener un gobierno de soberanistas que sacrifique las políticas de izquierdas o derechas en aras al objetivo común de la independencia. Mucho me temo que, por mucho que pidan las patronales catalanas, la economía volverá a pasar a un segundo plano. Es lo que han votado los catalanes.

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