Yolanda Gómez el 25 ene, 2014 La depreciación del peso argentino, más de un 20% en unos pocos días, y su contagio a la divisas de otros países emergentes, ha caído como un jarro de agua fría entre los inversores que aprovecharon para hacer ventas masivas, con el consecuente batacazo en las cotizaciones. No se si llegó a cundir el pánico, pero lo cierto es que la Bolsa española se apuntó este viernes la mayor caída prácticamente del último año y que los títulos de las empresas que tienen intereses en Argentina se pegaron un buen batacazo. El miedo es libre. Y la primera reacción de los inversores ante cualquier elemento de incertidumbre es, lógicamente, deshacer posiciones. Por si acaso. Sobre todo si en las últimas semanas ha habido ganancias. Más vale hacer caja. La mayoría de los analistas no creen que el susto vaya a ser mucho mayor, pero hemos sufrido tanto en los últimos años, que cualquier movimiento en la otra punta del planeta nos da miedo y nos hace sobreactuar. Ayer los que más y los que menos cuando vimos que la prima de riesgo de nuevo disparada y superando ya los 210 puntos básicos volvimos a pensar en fantasmas del pasado. ¿Y si los buenos augurios de este comienzo del año eran solo un espejismo? ¿Y si volvemos a las andadas? ¿Y si los inversores vuelven a desconfiar de nosotros, la prima se dispara, se elevan los costes de la deuda, y Europa vuelve a apretarnos las clavijas exigiendo más y más sacrificios? No creo que sea para tanto, pero sí es un aviso a navegantes. Aunque el camino parece estar encauzado, todavía queda mucho por recorrer. En un mundo tan globalizado como el actual cualquier cosa que ocurra en cualquier lugar del planeta nos puede afectar y hay que estar preparados y tener la economía lo más saneada posible para poder afrontar los riesgos que puedan llegar desde cualquier lugar del mundo. Y probablemente lo más urgente sea sanear las cuentas públicas. La deuda no puede seguir creciendo imparable como lo ha hecho en estos últimos años. Ya casi se acerca al 100% del PIB y el coste de los intereses es una pesada carga. Y ahora nos financiamos muy bien y a un coste muy bajo, pero si la prima por H o por B vuelve a crecer, volveremos a tener dificultades. De modo que por poco que nos guste, los ajustes deben continuar. Otros temas Comentarios Yolanda Gómez el 25 ene, 2014