Fuerteventura, la primera de las Islas Canarias en brotar del mar, está llena de sorpresas. Entre ellas, Ajuy, una playa negra a mar abierto en el litoral occidental de la isla, en la que desembarcó el primer europeo en poner pie en la isla para fundar Betancuria en lo más arriscado e inaccesible de los cerros volcánicos que caracterizan la geografía majorera.
El vertiginoso y tortuoso descenso desde Batancuria hasta Ajuy por una carretera en excelente estado, todo hay que decirlo, nos da cuenta de las penalidades que hubo de superar la partida de Betancourt en su afán por encontrar un lugar alto, escondido y fácilmente defendible para establecer su asentamiento. La carretera es una sucesión interminable de curvas y contracurvas, aliviadas de vez en cuando por algún mirador que invita a parar y contemplar el fascinante paisaje que se extiende hasta donde llega la mirada. La belleza desnuda de Fuerteventura no se parece a ninguna otra y ejerce una misteriosa fascinación sobre los visitantes.
La carretera no termina de culebrear sin desmayo, pendiente abajo, hasta llegar a Ajuy, un pueblecito de apenas unas docenas de casas sencillas, sin tejados, y pintadas de suaves colores sobre una playa de arena negra y áspera, azotada sin cesar por la bravura espumante del Atlántico. La amplia playa está enmarcada al norte y al sur por altos y llamativos acantilados que sugieren una compleja geología. Principalmente el acantilado septentrional, que se eleva unos quince metros sobre la playa actual y está coronado por la playa primitiva, sin que nadie sepa a ciencia cierta si el mar descendió de nivel o si fue la tierra la que se levantó dejando a la vista complejas formaciones geológicas que muestran distintos estratos formados bajo las aguas hace millones de años, junto a capas basálticas provenientes de la erupción del volcán Cerro Valdés. Los expertos aseguran que se trata de un fenómeno que rara vez se encuentra en el planeta y propicia una rica información sobre la compleja formación de la isla. Hasta los neófitos se quedan pasmados por la complejidad y riqueza de las formaciones calcáreas, basálticas y areniscas que se entremezclan retorcidas por fuerzas formidables. Siguiendo un caminito sobre la antigua playa, que ahora constituye la cresta del acantilado, se llega al más extraordinario de los fenómenos: las Cuevas de Ajuy, formadas en las profundidades de las aguas hace millones de años y que ahora se abren a los visitantes que las recorren con asombro.
El acantilado meridional es más simple, pero ofrece una zona llamada Los Charcones, que, en marea baja, se llena de fantásticas piscinas naturales de formas caprichosas y aguas transparentes, ideales para la natación al desnudo, ya que es muy raro encontrar a alguien en un lugar que no resulta fácilmente accesible.
Todos estos tesoros geológicos constituyen ahora un atractivo singular y diferente para el creciente turismo de la isla, que llega expectante a Ajuy, descubre con asombro su retorcida geología y sus impactantes cuevas, se baña en la playa de negras arenas y bravas olas que rompen con furia antes de retirarse dejando un desasosegante hervor de piedras, y terminan reponiendo fuerzas en los numerosos restaurantes que han ido apareciendo al borde de la arena, garantizando el mejor pescado fresco del día, siempre acompañado de las omnipresentes papitas arrugadas con mojo picón. Si me piden una recomendación, sólo puedo hablarles del Restaurante Cuevas de Ajuy, frente a la playa. Se trata de un local pequeño con una pequeña terraza exterior, pero magníficamente servido por su dueña, Inma, y por Macarena, una joven de impactante belleza, simpatía y profesionalidad. En una de sus paredes cuelga una foto en blanco y negro de principios del siglo pasado, en la que no hay más de media docena de casas, sin duda las originales viviendas construidas por los trabajadores de los hornos de cal que dieron vida al lugar. Allí nació Ajuy, la última joya de Fuerteventura. Cómo será la cosa que Ajuy ha sido elegido como escenario para rodar una superproducción cinematográfica (con los personajes de Marvel) con estrellas como Angelina Jolie o Salma Hayek, entre otras, que pasarán tres meses este otoño en la isla. No se lo pierdan en su próximo viaje a Fuerteventura.
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