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Blogs Cosas del cerebro por Pilar Quijada

El poder terapéutico de la risa

El poder terapéutico de la risa
Pilar Quijada el

Un viejo proverbio chino dice que para estar sano hay que reír al menos  treinta veces al día. Sin embargo, como media los adultos ríen sólo la  mitad. Cifra que queda muy lejos de las 300 ocasiones diarias en que los  niños menores de seis años ponen en marcha los 400 músculos que hacen  posible la carcajada. Los efectos beneficiosos de la risa se conocen desde antiguo, pero sólo recientemente se han podido demostrar científicamente. A la risa se le  atribuyen un buen número de propiedades beneficiosas: refuerza el sistema  inmunológico, activa la circulación sanguínea, fortalece el corazón,  estimula el aparato digestivo, duplica la cantidad de aire que entra en los  pulmones, rejuvenece los tejidos, retrasa la aparición de las arrugas faciales y produce una sana fatiga relajante.

Una buena medicina

Según los expertos en risoterapia, un minuto de risa equivale a 10 minutos de relajación. Y los efectos se perciben física y mentalmente. Todos estos beneficios hacen de la risa casi una medicina que deberíamos «tomar» más a  menudo. Sobre todo si tenemos en cuenta que también influye en nuestro estado de ánimo. Se ha comprobado que reír incrementa los niveles de  dopamina y serotonina, dos neurotransmisores relacionados con sensaciones placenteras y de calma, respectivamente. Y al mejorar nuestro estado de ánimo, dejamos de  verlo todo negro y nos volvemos más creativos.

El primero que despertó la curiosidad entre los científicos por los efectos de la risa fue el periodista Norman Cousins, allá por los años setenta. En  un artículo que se publicó en la prestigiosa revista «The New  England Journal of Medicine», Cousins decía que después de ver películas cómicas disminuía el dolor que le producía la enfermedad degenerativa que padecía.  Ante esta mejoría, los compañeros de hospital de Cousins se unieron a él en  la práctica de esta divertida terapia.

Y mientras reían con las situaciones  cómicas de las películas que veían se olvidaban de su enfermedad. Además los  efectos se prolongaban, porque luego podían dormir mejor. Ahora sabemos que cuando reímos aumentan los niveles de unas sustancias denominadas  endorfinas, los analgésicos naturales del cerebro, que ayudan a disminuir el  dolor.

Sonrisa forzada

Hay estudios que demuestran que la risa forzada produce los mismos efectos  beneficiosos que la espontánea. Por eso algunos expertos recomiendan sonreír  con frecuencia, aunque no sintamos ganas. Relacionarnos con personas alegres influye también en nuestro estado de ánimo, porque, como todos hemos comprobado, la risa es muy contagiosa. Y si reír tiene tantos beneficios, ¿por qué no empezar el día con una  sonrisa? Aunque llueva, aunque el jefe esté inaguantable, aunque las cosas no estén saliendo como queremos… «Al mal tiempo, buena  cara», como aconseja el refranero. Con el gesto de reír empezamos a sentirnos más optimista y a recordar cosas agradables. Y es que el  ánimo positivo que acompaña a la risa nos ayuda a no quedarnos con el  primer pensamiento decepcionante que nos asalte. Además, el buen humor es un  excelente antídoto para combatir los contratiempos que inevitablemente nos  encontraremos a lo largo de la jornada. ¿Más razones para sonreír?

Salud
Pilar Quijada el

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