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Blogs Cosas del cerebro por Pilar Quijada

Actividades físicas que ayudan a dormir mejor

Actividades físicas que ayudan a dormir mejor
Pilar Quijada el

Michael Grandner es un prestigioso psicólogo de la Universidad de Pensilvania que tiene muy claro que “el sueño es una parte importante de la salud general”. Por eso se dedica a estudiar el descanso nocturno, que no en vano ocupa un tercio de nuestra vida.

 Lo tiene muy claro: “Los trastornos del sueño y la falta de sueño están implicados en 4 de las 7 principales causas de muerte: las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, los accidentes cerebrovasculares y accidentes de tráfico. Más de 40 estudios a lo largo de varias décadas han documentado que la duración del sueño es un predictor significativo de la mortalidad. Los trastornos del sueño y la falta de sueño también se asocian con aumento de peso, obesidad, hipertensión, dislipidemia, resistencia a la insulina, depresión, déficits cognitivos, y muchos otros resultados adversos”.

Afortunadamente demás de estudiar los efectos de los trastornos del sueño, se dedica a dar pautas para mejorarlo. Y la última la presenta estos días en Seattle (Washington), en el Congreso Anual de las Sociedades del Sueño que comienza mañana. Grandner explicará ante sus colegas cuáles son las actividades físicas que mejor facilitan el sueño. Y hay donde elegir y algunas son tan sencillas como caminar. También sirve el ejercicio aéróbico o de fuerza, montar en bici, correr, levantar pesas, el yoga o el pilates. Incluso dedicarse al cuidado del jardín o jugar al golf ayuda a que por la noche caigamos con más facilidad en brazos de Morfeo y que el sueño sea de mejor calidad.

Por el contrario, asegura Grandner, el sedentarismo o algunas tareas domésticas, como el cuidado de los niños o los ancianos, van unidos a mayores problemas para dormir bien. Aunque el investigador no lo menciona explícitamente, sus resultados apuntan a que lo que nos ayuda a relajarnos, ya sea por la vía de disipar el estrés a fuerza de mover el esqueleto, o bien ensimismándonos en nuestras aficiones favoritas, como cuidar el jardín o jugar al golf, nos ayuda a descansar adecuadamente por la noche.

 Utilizando datos sobre el sueño y las actividades físicas de 429.110 adultos obtenidos del Sistema de Vigilancia de Factores de Riesgo del Comportamiento de 2013 (una encuesta telefónica llevada a cabo por el CDC estadounidense para modificar los factores de riesgo prevenibles), los investigadores de la “Penn” midieron si cada uno de 10 tipos de actividad física que contemplaron se relacionó con la cantidad de sueño, en comparación con la inactividad o simplemente caminar.

Se preguntó a los encuestados qué tipo de actividad física habían estado haciendo en el último mes, y el número de horas que dormían cada día. Dado que los estudios anteriores mostraron que las personas que duermen menos de 7 horas están en mayor riesgo de desarrollar problemas de salud, el estudio evaluó si las personas que informaron realizar una actividad física concreta eran más propensos a dormir un número adecuado de horas.

Según sus resultados, en comparación con los más sedentarios, que no habían hecho ninguna actividad física en el último mes, todos los tipos de actividad a excepción de las tareas domésticas y el cuidado de niños o ancianos, se asociaron con una menor probabilidad de falta de sueño. Para averiguar si este efecto beneficioso era sólo el resultado de realizar cualquier actividad, las distintas actividades se compararon con la de caminar.

Y en comparación con caminar como única actividad, los ejercicios aeróbicos o de fuerza (calistenia), montar en bicicleta, practicar jardinería o golf, correr, levantamiento de pesas y la práctica de yoga o pilates se asociaron con una duración adecuada del sueño.

“Aunque investigaciones anteriores han demostrado que la falta de ejercicio se asocia con la falta de sueño, los resultados de este estudio fueron sorprendentes”, explica Grandner, que es profesor de Psiquiatría y miembro del Centro de Sueño y Neurobiología Circadiana de la Universidad de Pensilvania. “No sólo muestran que quienes hacen ejercicio, aunque sea simplemente caminando, son más propensos a tener mejores hábitos de sueño, sino que estos efectos son aún más fuertes para las actividades pautadas regularmente, como correr o hacer yoga, o incluso la jardinería y el golf. También fue interesante que las personas en las que la mayor parte de su actividad se reduce a las labores domésticas y el cuidado de los niños eran más propensos a experimentar falta de sueño, ya que estas son algunas de las principales razones por las que se pierde el sueño”, aclara.

“Estos resultados son consistentes con la creciente literatura científica sobre el papel del sueño. Los estudios de laboratorio muestran que la falta de sueño se asocia a un peor rendimiento físico y mental, y este estudio nos muestra que esto es consistente con los datos del mundo real también. Ya que estos resultados son correlacionales [solo establecen relaciones, pero no causa y efecto], se necesitan más estudios para entender si un determinado tipo de actividad física realmente puede mejorar o empeorar el sueño, y cómo los hábitos de sueño pueden ayudar o perjudicar la capacidad de una persona para participar en determinados tipos de actividad”, explica Grandner.

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