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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

¿Qué cabe esperar de la política de Trump hacia Asia?

Emilio de Miguel Calabia el

En estos momentos todos hemos sacado la bola de cristal para tratar de adivinar lo que hará Trump en su segundo mandato. Yo tampoco he podido resistirme a sacar la bola de cristal y a jugar al adivino. Pero no soy ambicioso. Me basta con especular con lo que nos espera en un dominio concreto: la política norteamericana hacia Asia.

Para realizar mi análisis utilizaré los siguientes datos: 1) Lo que fue su política asiática durante su primer mandato, bajo la premisa de que los hombres no cambiamos tanto y menos a los 78 años; 2) La elección que ha hecho de Marco Rubio como nuevo Secretario de Estado y de Mike Waltz como Asesor de Seguridad Nacional; 3) Declaraciones suyas o de sus colaboradores sobre Asia realizadas en el último mes al calor de la campaña electoral.

Antes que nada hay que realizar algunas precisiones sobre la visión del mundo de Trump. Trump tiene poca querencia por la geopolítica. Su visión del mundo es la de un empresario: ¿es esto un buen o un mal negocio? No entiende el multilateralismo, que además choca con sus instintos aislacionistas; lo que entiende son las relaciones bilaterales. Su política internacional no se basa en la defensa de principios y valores. Cree más en la economía y el comercio que en la fuerza militar. Para él son muy importantes las relaciones personales y le gustan especialmente los líderes fuertes con independencia de su color político. Una buena parte de sus votantes comparte estas ideas en las pocas veces (casi nunca) en las que se interesa por cuestiones internacionales.

La política exterior de Trump hacia Asia en su primer mandato fue disruptiva, pero tal vez algo menos de lo que se cree. Heredó y continuó el giro hacia Asia de la Administración Obama y adoptó el concepto de Indo-pacífico, revivificando el difunto Quad. La parte más notoria de su política asiática fue la guerra comercial con China, pero aquí innovó menos de lo que parece. Ya con la Administración Obama China había empezado a ser vista como un rival amenazante. A la altura de 2016 ya había un consenso bipartidista en torno a la amenaza que representaba China. La prueba es que la Administración Biden no revirtió las medidas frente a China de la Administración Trump e incluso las reforzó.

Algunos otros rasgos de la política asiática de Trump fueron: 1) Buenas relaciones con la India espoleadas por la buena conexión que tuvo con Narendra Modi; 2) La primacía que da a las cuestiones comerciales y su visión de lo comercial como un juego de suma cero le llevó a presionar a dos estrechos aliados, Corea y Japón, olvidándose de los intereses comunes en otras áreas; 3) Confiado en que había logrado un cierto entendimiento personal con Kim Jong Un, no mostró una preocupación excesiva por el programa nuclear norcoreano; 4) La Administración Trump mostró un fuerte apoyo a Taiwán e incluso mandó a su Secretario de Salud a la isla; desde 1979 no había habido una visita de ese nivel; 5) Poca atención a ASEAN. Sólo asistió a una de las cuatro Cumbres ASEAN que tuvieron lugar durante su mandato y no asistió a ninguna de las Cumbres de Asia Oriental. Sospecho que estando más interesado por lo bilateral que por lo multilateral, no llegó ni a entender, ni a interesarse por una Asociación tan sui géneris como ASEAN; 6) A pesar del acercamiento de Duterte a China y de sus insultos al presidente Obama al inicio de su mandato (o tal vez gracias a ellos), las relaciones entre EEUU y Filipinas fueron cordiales y positivas durante el primer mandato de Trump. Que Duterte fuera un hombre duro y poco convencional creó una sintonía especial entre ambos mandatarios; 7) Australia y EEUU mantuvieron relaciones estrechas. Ambos compartían una visión estratégica parecida sobre la región y Australia se encontraba en un período de tensiones con China, que la hacía muy receptiva a la aproximación de Trump.

Antes de centrarse en los nombramientos de Rubio y Waltz es importante hacer algunas precisiones. La primera es que que inicien el mandato, no implica que lo vayan a terminar. Otra es qué peso tendrá el Departamento de Estado en la formulación de la política exterior más allá de la figura del Secretario de Estado. Trump confía más en las personas que en las instituciones y desconfía especialmente del Departamento de Estado al que ve como un nido de demócratas resentidos.

Marco Rubio es hijo de inmigrantes cubanos. Ha sido vicepresidente del Comité Selecto de Inteligencia del Senado y miembro del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Tiene fama de halcón y está preparado para enfrentarse con aquellos países que considera que son enemigos de EEUU, Venezuela, Cuba, Irán, Rusia y China. Cabe esperar de él que esté más volcado en Latinoamérica que sus predecesores. Con China probablemente abogará por una política de mucha dureza, aunque aquí la última palabra la tendrá Trump. Se trata de una cuestión que le interesa extraordinariamente.

Mike Waltz ha sido boina verde. Como congresista se ha destacado por defender legislación crítica con China, como la destinada a reducir la dependencia norteamericana de China en minerales críticos o la dirigida a salvaguardar los institutos y universidades norteamericanos del espionaje chino. Ha formado parte de los Comités encargados de las agencias de inteligencia militar y de asuntos exteriores.

En cuanto a las declaraciones de Trump en los últimos tiempos, uno podría pasarse toda la noche navegando por internet y no las terminaría. Me quedo con algunas ideas base. Sobre China, a quien parece ver como la principal rival, ha amenazado con imponer tarifas del 60% a sus exportaciones a EEUU. Sobre la India, ha expresado su inmensa simpatía por Modi, pero ha criticado cómo la India juega con las tarifas. En lo que se refiere a Taiwán, ha indicado que debería pagar por la seguridad que le proporciona EEUU y ha criticado que, según él, le esté robando el negocio de los semiconductores. Sobre Corea del Norte, ha señalado que se lleva muy bien con Kim Jong Un y le ha invitado a un partido de beisbol.

Juntando todo lo anterior, ¿con qué nos encontramos?

Creo que habrá mucho de repetición en su segundo mandato. Las relaciones con China seguirán siendo extraordinariamente complicadas y está por ver que sobreviva el intento de distendirlas que ha tenido lugar desde el otoño del año pasado. Trump se ha rodeado de halcones que defienden una política de dureza con China. Lo más probable es que haya una guerra comercial y que Trump continúe con las políticas de la Administración Biden de vedar el acceso de China a la tecnología norteamericana. No me extrañaría que la Administración Trump impusiera a sus socios como condición para disfrutar de las gracias de EEUU el distanciamiento de China.

Es probable que se produzca una aproximación a la India. A la simpatía recíproca entre Trump y Modi (no olvidemos la gran importancia que Trump otorga a las relaciones personales), hay que añadir que la India se le presentará como un aliado importante en su rivalidad con China. La India está defendiendo su autonomía estratégica y sus intereses, pero en un contexto de rivalidad acentuada entre EEUU y China y de mayor presencia china en el Océano Índico, puede mostrarse más dispuesta a intensificar la colaboración con EEUU.

Corea, Japón y Taiwán pueden prepararse para pagar más por el paraguas de seguridad norteamericano y a hacer concesiones comerciales. El Japón de Shinzo Abe mostró que ayuda desarrollar relaciones personales con Trump y hacerle ver los intereses geopolíticos comunes, pero al final del día hay que aceptar algunos sacrificios en el terreno comercial. He leído a algún analista que cree que la actitud de la Administración Trump podría empujar a Corea y Japón a un acercamiento a China, pero me cuesta creerlo. En los últimos dos años ambos países se han posicionado claramente en el campo norteamericano en cuestiones geopolíticas y de seguridad y será difícil que eso cambie.

Es posible que Trump mantenga una postura menos confrontacional con Corea del Norte, habida cuenta de la simpatía que siente por Kim Jong Un. Pero dudo de que Trump consiga que Corea del Norte varíe su rumbo actual de desarrollo de su programa nuclear y ayuda a Rusia en la guerra de Ucrania. No descartaría que en la segunda mitad del mandato, viendo que no consigue nada con Corea del Norte, adoptase una postura de dureza.

Aunque apenas haya comentarios de Trump sobre el Sudeste Asiático, tengo la impresión de que en este segundo mandato le dará algo más de importancia. Los 10 países de ASEAN forman parte del principal tratado comercial del mundo, el RCEP, Tratado que entró en vigor despues de la finalización del primer mandato de Trump. China, Corea, Japón, Australia y Nueva Zelanda participan en el RCEP. China es el primer socio comercial para la mayor parte de estos países. Me parece posible que Trump adopte medidas para mellar la primacía económica y comercial de China en la región.

A Australia el segundo mandato de Trump le llega en un momento complicado, cuando había logrado superar los desencuentros con China de los años precedentes y con un gobierno laborista. Es posible que tenga que optar entre unas buenas relaciones comerciales con China y unas buenas relaciones con Trump. También puede que se le encarezca el precio del AUKUS, uno de cuyos pilares es el suministro de submarinos nucleares a Australia.

Puede que acierte en este análisis o puede que me equivoque, pero de lo que estoy más que seguro es que viviremos tiempos interesantes.

 

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