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El Indo-pacífico de Juan Manuel López Nadal (y 3)

Emilio de Miguel Calabia el

Más conflictos en la zona a los que López Nadal pasa revista son: 1) El contencioso chino-japonés sobre las islas Senkaku/Diaoyu, donde la controversia se ve enturbiada aún más por el paso de la Historia y del nacionalismo; 2) La situación en la Península Coreana, donde el régimen norcoreano ha endurecido su postura sobre la base del apoyo continuado de China y de la alianza con Rusia. Como respuesta, EEUU, Japón y Corea del Sur reforzaron su alianza en agosto de 2023; 3) La guerra civil birmana, donde, como en la guerra civil siria, aunque con menos acritud, están involucrados distintos actores regionales y extrarregionales. Para contarlo de una manera resumida: una ASEAN dividida se ha mostrado incapaz de dar una solución al conflicto; China, cuya principal preocupación es un Myanmar estable, es el actor con mayor capacidad de influencia, toda vez que mantiene canales de diálogo con el gobierno, con el pro-democrático Gobierno de Unidad Nacional y con varias de las insurgencias étnicas; India que comparte una larga y complicada frontera con Myanmar y que está utilizando una estrategia de mantener todos los canales abiertos, semejante a la de China; Rusia, que es la única potencia que apoya sin titubear a la junta militar; 4) El contencioso entre la India y Pakistán por Cachemira es tan complejo que no veo la manera de resumirlo en dos líneas. Hablé sobre Cachemira hace algunos meses en este blog); 5) El contencioso ruso-japonés por las islas Kuriles, que eran japonesas y fueron ocupadas por la URSS en los compases finales de la II Guerra Mundial; 6) El contencioso entre Japón y Corea del Sur por las islas Dokdo/Takeshima; 7) La reivindicación de Filipinas sobre el estado filipino de Sabah; 8) El contencioso entre Tailandia y Camboya por el templo khmer de Preah Vihear… Antes de que parezca que Asia es un continente al borde del estallido de conflictos que hay, conviene precisar que no todos los mencionados tienen la misma acritud y dimensiones y no todos tienen la misma capacidad de estallar violentamente.

López Nadal también aborda la cuestión del Indo-pacífico y Europa. El Indo-pacífico es clave para Europa: Asia representa el 35% de las importaciones europeas y es el destino del 45% de sus exportaciones. El volumen del comercio entre ambos continentes es de 1,5 trillones de euros. Esto es una muestra del interés que tiene Europa en la estabilidad y la seguridad de la región.

López Nadal afirma que “prácticamente superado ya el trauma colonial y la visión del europeo como invasor y explotador, los diferentes países y subregiones contemplan Europa con curiosidad y simpatía, pero a una cierta distancia. Europa es percibida sobre todo como una potencia económica y comercial, y también como un centro de atracción cultural, con el poder blando que se deriva de ello, pero no se la considera como un actor con potencial estratégico o geopolítico a la altura de China o de los Estados Unidos.” Debo decir que discrepo de la primera parte de este párrafo. El trauma colonial no está completamente superado y es esgrimido por quienes se oponen a Occidente en el Sur Global.

En opinión de López Nadal el factor chino ha sido decisivo en la creciente imbricación de la UE en el Indo-pacífico. No fue hasta 1995 que la UE elaboró su primer documento estratégico sobre China, “Una política a largo plazo para las relaciones UE-China”. El documento buscaba “equilibrar los incentivos económicos con los imperativos estratégicos y los valores democráticos.” Al igual que EEUU, la UE pensaba que el desarrollo económico conduciría a la apertura política. En 1998 la UE repitió el ejercicio con el documento “Construyendo una relación comprensiva con China”, que fantaseaba con la idea de una China que se insertaría en la economía mundial y con ella en el orden liberal y democrático. Por detrás de estas dos estrategias estaba el deseo de muchos empresarios de entrar en el mercado chino.

Entre 2000 y 2015 tuvo lugar la luna de miel entre China y la UE, que firmaron un acuerdo de asociación estratégica en 2003 en virtud del cual las relaciones se extendieron a otros ámbitos como la cooperación antiterrorista, la no proliferación y la salud pública. Con Xi Jinping comenzó a haber un cambio de postura con el reconocimiento de que la apertura económica no había ido acompañada de una apertura política y de un mayor compromiso con un orden internacional basado en normas. La UE giró hacia posturas más escépticas y realistas, que quedarían plasmadas en los “Elementos para una nueva estrategia respecto a China” de 2016. Estos Elementos estarían en la base del documento “Unión Europa-China: un enfoque estratégico” que definió a China como “simultáneamente un socio para la cooperación, un competidor económico y un rival sistémico”.

Según López Nadal, ”este topetazo con la realidad le sirve a la UE no solo para revisar su estrategia hacia China, sino para descubrir que el Indopacífico es mucho más grande y que las oportunidades de diversificar la presencia europea en una zona que será cada vez más importante para los europeos son considerables.” Este proceso de reflexión llevaría a la elaboración de la Estrategia de la UE para el Indo-pacífico del 16 de septiembre de 2021.

López Nadal describe con detalle los principales aspectos de la Estrategia para el Indo-pacífico., que considera multidimensional y ambiciosa, aunque tal vez conviniese ir pensando en su revisión. El tiempo geopolítico se ha acelerado desde su aprobación y una puesta al día no estaría de más.

La conectividad ha sido la palabra de moda en el Indo-pacífico desde que ASEAN lanzara su Plan Maestro de Conectividad en el lejano 2010. López Nadal pasa revista a los aspectos más destacados de esta cuestión.

China fue la primera potencia que lanzó una ambiciosa estrategia de conectividad, la Iniciativa de la Franja y de la Ruta. EEUU y la UE respondieron con cierto retraso a la iniciativa china. Una primera respuesta de la primera Administración de Trump fue la iniciativa Blue Dot, que era una suerte de sello de calidad que certificaría la sostenibilidad medioambiental y financiera de una infraestructura. Era una oferta que se quedaba corta y no podía competir con la IFR china. Otra respuesta,- ésta de la Administración Biden-, fue el Marco Económico Indo-pacífico. La UE, por su parte, en 2018, elaboró el documento “Connecting Europe and Asia: building blocks for an EU Strategy”. Era un documento más programático y de reflexión que ejecutivo, pero suponía un paso delante de la UE. Tras la aprobación de la Estrategia para el Indo-pacífico, la UE lanzó una ambiciosa estrategia de conectividad, la Global Gateway. En palabras del entonces Alto Representante Josep Borrell, “la nueva estrategia europea Global Gateway tiene por objeto promover vínculos inteligentes, limpios y seguros en los sectores digital, de la energía y del transporte, y reforzar los sistemas de salud, educación e investigación en todo el mundo.” Global Gateway estaría dotado con 300.000 millones de euros y, aunque no se reconociese abiertamente, según López Nadal se trataba de una respuesta geopolítica a la IFR.

Uno de los proyectos más recientes y ambiciosos de conectividad es el Corredor Indo-mediterráneo que fue anunciado el 9 de septiembre de 2023 en el marco de la Cumbre del G20 que se celebró en la India. El proyecto fue suscrito por la India, la UE, EEUU, Arabia Saudí, EAU, Francia Alemania e Italia. La inversión inicial conjunta ascendería a 20.000 millones $. El objetivo sería conectar el tráfico de bienes y servicios de la India con el Mediterráneo, pasando por Oriente Próximo. Sin embargo, un mes después de la firma comenzó la guerra de Gaza, que ha puesto en cuestión el proyecto. Los puertos de Haifa y/o Beirut que iban a ofrecer la salida al Mediterráneo pueden considerarse descartados por la situación geopolítica. La opción alternativa del Mar Rojo y el Canal de Suez requeriría el asentimiento de Egipto y no parece posible en tanto haya ataques de los huthíes de Yemen. Por el momento, por tanto, todo apunta a que el proyecto quedará en standby en espera de tiempos mejores.

López Nadal concluyó el libro el 11 de noviembre de 2024, cuando apenas hacía seis días que Trump había ganado las elecciones norteamericanas. Pase lo que pasar, López Nadal estima que el Indo-pacífico está ya consolidado,- aunque puede que varíen sus contornos en los próximos años-, y se convertirá en el eje de la geopolítica y la geoeconomía globales. El factor clave en la geopolítica de la región será la rivalidad chino-EEUU y cómo la gestionen. En este contexto, actores como la India, Japón, Australia, Rusia y ASEAN pueden influir para inclinar la balanza de un lado u otro. En lo que se refiere a la UE, ésta “deberá redoblar su atención y su implicación activa en el devenir del Indo-pacífico si de verdad queremos que Europa siga siendo relevante en el mundo.” Para ello, López Nadal aboga por la autonomía estratégica y la cooperación con los países y organizaciones del Indo-pacífico.

El libro de Juan Manuel López Nadal resulta de lectura imprescindible para cualquiera que se interese por la geopolítica del Indo-pacífico. Es un libro didáctico y omnicomprensivo. Si el lector piensa que hay algún tema que el libro no toque, es que seguramente ese tema sea irrelevante. Al comienzo me quejaba de los pocos libros de geopolítica que uno se encuentra en las estanterías de las librerías españolas. Pues bien, he aquí un libro que puede rivalizar con dignidad con mucha de la literatura sobre el Indo-pacífico que se publica en otros países.

 

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