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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

El camino de la excelencia

Emilio de Miguel Calabia el

Suelo renegar de los libros de autoayuda. Me parecen una colección de recetas facilonas que pretenden asegurarte la felicidad eterna, algo inalcanzable en esta vida desde que se inventaron la enfermedad, la necesidad y la muerte. Los libros de autoayuda son como ese político de sonrisa permanente que cuando está en campaña te promete que si le votas el país tendrá el nivel de vida de Suiza. Le votas y al día siguiente viene la decepción; lo mismo que sucede cuando lees la última página del libro y descubres que sigues siendo tan infeliz y capullo que cuando lo iniciaste.

A pesar de mi desconfianza tradicional, reconozco que “Yushudo. El camino de la excelencia” de Antonio Liu Yang me ha interesado. Lo primero que me ha gustado es que no te promete la felicidad eterna, sino cómo llegarte a convertir en la mejor versión de ti mismo. Lo segundo es que no niega que tendrás que esforzarte (nada de ángeles que vendrán a ayudarte o de logros milagrosos a condición de que te pongas a pensar en positivo). Pero te da una sugerencia de cómo puedes lograr los resultados: “kaizen”, el método japonés para ir introduciendo pequeños cambios de manera gradual en tu vida, para llegar adonde quieres. Por ejemplo, ¿quieres adelgazar y mejorar tu forma física? Lo que haría el 90% de la gente es decirse: “A partir del lunes, comienzo a ir una hora diaria al gimnasio y me pongo a dieta”. Sí, ésa es la fórmula para fracasar. La fórmula que preconiza Liu es: sube al primer piso por las escaleras, haz 4 minutos de cardio cada día antes de salir de casa, para de comer cuando estés un 80% lleno, no esperes a llenarte al 100% (esto se llama “hara hachi bu” en japonés) y lo practican los okinaweses, población entre la que abundan los centenarios.

Como se habrá visto, las 15 recetas que ofrece Liu provienen de la tradición oriental. Esto el algo que también me gusta. Nada de recetas ideadas por algún gurú autoproclamado, sino fórmulas que llevan cientos de años aplicándose. En cuestión de recetas para vivir mejor, cuanto más antiguas, mejor; si han perdurado, será por algo. Algunas de las recetas son tan de todos los días como el “inemuri”, echarse una breve siesta a mitad del día para recargar las pilas. Otras tienen que ver con aspectos tan presentes en nuestras vidas como el hacer relaciones, es el “guanxi”, que dicen los chinos. Liu y la sabiduría china muestran la sutileza que hay detrás de esta tarea; enumeraré algunas de las ideas que expone Liu: saca lo mejor de las personas; haz que tu presencia en tu propia red añada valor; mapea a los jugadores de tu sector y ten localizados sus contactos. Nunca sabrás cuándo los vas a necesitar; crea oportunidades para reforzar tus redes; que tus redes incluyan a gente inspiradora, exitosa y con carisma. Como dice el empresario norteamericano Jim Rohm, “eres el promedio de las cinco personas que te rodean”; ten un enfoque a largo plazo, no se trata de un intercambio de favores cortoplacista que morirá en el aquí y ahora; cultiva primero la amistad, el negocio vendrá después… ¿Y bien? ¿A que hacer relaciones ya no parece tan fácil? Sin embargo, esta manera de trabar relaciones es más duradera y fructífera e incluso más divertida de realizar.

La base para trabajar, el inicio, es lo que Liu denomina “encontrar tu ikigai”. El “ikigai” es el punto donde confluyen “lo que amas” (ésta es otra lección de libro: no pierdas tiempo dedicándote a cosas que no te apasionan), “lo que sabes hacer bien” (suelen coincidir bastante lo que amas y lo que sabes hacer bien); “lo que puedes hacer de forma remunerada” (¡Por fin un libro de autoayuda que se acuerda de que tienes que pagar las facturas a final de mes y ganar dinero, aunque sólo sea para costearte el libro!); “lo que el mundo necesita” (suena un poco grandilocuente, al estilo de Pedro Baños en “La encrucijada mundial”, pero me gusta la idea de que las cosas no se terminan en ti, sino que tienes que arrimar un poco el hombro por el bien común).

Cualquier resumen que trate de hacer del contenido del libro, no le hará justicia. Por eso me despido con una lista de diez acciones a evitar a toda costa (hay muchas más máximas geniales en el libro, pero me conformaré con éstas. Evitar es más fácil que hacer): 1) No desperdicies tu tiempo con materias que no te interesan; 2) No desperdicies tu tiempo con materias que van a quedar obsoletas; 3) No despedicies tus conocimientos ya adquiridos; 4) No desperdicies tus recursos en proyectos que no te llevan a tu “ikigai”; 5) No acumules datos, información inútil; 6) No desperdicies tu tiempo relacionándote con personas que no ven valor en ti; 7) No desperdicies tu talento donde te infravaloran; 8) No desperdicies tu energía en proyectos no alineados con tu sistema de valores; 9) No desperdicies tu tiempo con prioridades ajenas; 10) No desperdicies tus energías en excusas.

 

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