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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Conectividad (2)

Emilio de Miguel Calabia el

Quienes priman el carácter geopolítico del proyecto hacen hincapié en el Corredor Económico China-Pakistán, que une la ciudad de Kashgar en Xinjiang con el puerto pakistaní de Gwadar en el Mar Arábigo. El interés económico del proyecto es obvio por cuanto permitiría a los productos de Xinjiang salir a los mercados más rápidamente, eludiendo el Estrecho de Malaca y, además, les conectaría con los mercados energéticos de Oriente Medio. Sin embargo, el interés geopolítico de tener acceso al Mar Arábigo y de rodear a la India también juega un papel.

Finalmente, hubo quienes vieron en la IFR como la respuesta china al “giro hacia Asia” de la Administración Obama. China estaba haciendo una oferta casi irresistible a potenciales socios de EEUU. La IFR respondería a una política exterior china más asertiva, que había dejado atrás el consejo de Deng Xiaoping de mantener un perfil bajo.

A pesar de lo anterior, también es necesario escuchar a quienes defienden que la motivación primordial era económica. La IFR podía ayudar a la economía china a: 1) Desarrollar las provincias del interior, las eternas rezagadas, integrándolas en la economía mundial. La diferencia en niveles de crecimiento y nivel de vida con las provincias costeras era abismal y las abundantes inversiones del gobierno no habían conseguido reducirlos; 2) Forzar la mejora de la industria china y su subida en las cadenas de valor. China era consciente de que sus ventajas comparativas como productora de productos de baja gama tenían los días contados. Sus costes,- sobre todo los laborales-, estaban aumentando y era cuestión de tiempo que otros países la reemplazasen; 3) Exportar los estándares chinos, lo que le permitiría posicionarse como un líder en innovación; 4) Resolver el problema del exceso de capacidad. Las inmensas inyecciones de capital para impedir que China se viera afectada por la crisis de 2008 provocaron un exceso de capacidad monstruoso en numerosos sectores.

Algunos de los primeros críticos apuntaron a la falta de concreción de las infraestructuras que se construirían. Una respuesta posible a esta crítica es que la IFR era una suerte de paraguas que cubriría toda una serie de proyectos dispares de infraestructuras. Un estudio de la OCDE de 2018 habló de seis corredores distintos bajo el paraguas de la IFR: 1) Nuevo Puente Terrestre Euroasiático, que implicaría la conexión ferroviaria China-Europa pasando por Kazajstán, Rusia, Belarus y Polonia. No hará falta que señale que esta conexión no es posible en estos momentos por motivos geopolíticos, que sin duda se van a prolongar en el tiempo; 2) Corredor China, Mongolia, Rusia, que enlazaría con el proyecto 1); 3) Corredor Económico de Asia Occidental China-Asia Central, que enlazaría Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Irán y Turquía; 4) El Corredor Económico de la Península de Indochina, que enlazaría Vietnam, Tailandia, Laos, Camboya, Myanmar y Malasia. Obsérvese la indefinición del proyecto, al menos en el informe de la OCDE, que no indica la naturaleza del proyecto ni los ejes que incluiría; 5) Corredor Económico China-Pakistán. Es de los principales proyectos de la IFR. Ha habido quien lo ha comparado con un Plan Marshall para Pakistán con una inversión que alcanzaría los 62.000 millones de dólares. En los últimos dos años ha conocido problemas: retrasos en las obras, lo que implica pérdidas para los inversores, y, sobre todo, la calamitosa situación financiera de Pakistán; 6) Corredor Económico Bangladesh, India, Myanmar. Por el momento podemos olvidarnos de la pata india. La India ha decidido autoexcluirse de la IFR por razones geopolíticas.

Y la IFR tomó cuerpo. El Plan de Acción

En marzo de 2015 China dio a conocer un Plan de Acción que concretaba más el concepto y sus derivadas. El Plan se abre ya con la narrativa sobre la IFR porque un tema que a menudo se olvida es la derivada simbólica del Plan. La introducción evoca las rutas comerciales y los intercambios culturales que enlazaron las principales civilizaciones de Asia, Europa y África en lo que se denominó la Ruta de la Seda. Un pelín exagerado, pero los símbolos no están ahí para mostrarnos la realidad, sino para ilusionarnos y hacernos soñar. A continuación recoge una serie de valores, “paz y cooperación, apertura e inclusión, aprendizaje mutuo y beneficio mutuo”. Lo bueno de utilizar grandes palabros es que pueden significar lo que uno quiera que signifiquen. Más adelante, en lo que ya es el cuerpo programático del Plan aún nos encontramos con lenguaje florido y hermoso: “… y profundizar la confianza política; mejorar los intercambios culturales; animar a que las distintas civilizaciones aprendan unas de otras y promover el entendimiento mutuo, la paz y la amistad entre todos los países.

El Plan define como principios que lo guiarán: los de la Carta de Naciones Unidas y los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica, un concepto elaborado por Zhou Enlai a mediados de los años 50 del siglo XX y que ha dado mucho juego en lo que entonces era el Tercer Mundo y ahora se denomina el Sur Global. Esos principios son: respeto mutuo por la soberanía e integridad territorial, no-agresión, no interferencia recíproca en los asuntos internos del otro, igualdad y beneficio mutuo y coexistencia pacífica. Los enumero porque se oiría hablar mucho de ellos en los siguientes años. Tal vez más interesantes sean algunos principios que se enumeraban después, porque a fin de cuentas ¿quién va a negarse a algo tan bonito como el respeto por la soberanía y la integridad territorial?. Dos de esos principios que han llamado mi atención eran: la iniciativa no estaba limitada a los países de la antigua Ruta de la Seda; se regirá las reglas del mercado, que jugará un papel clave en la asignación de recursos, y las empresas tendrán un papel primordial.

El Plan detalla los corredores que luego recogería la OCDE en su informe, aunque en ocasiones su formulación sea más grandiosa, como la de enlazar China con el Golfo Pérsico y con el Mediterráneo a través de Asia Central y Occidental. También menciona la Ruta Marítima de la Seda, que irá de la costa china a la europea a través del Mar del Sur de China y del Océano Índico por un lado y al Pacífico Sur por otro.

Algunos principios ejecutivos del Plan serían: la coordinación intergubernamental, indispensable para un plan tan ambicioso; los países participantes deberían mejorar la conectividad de sus planes de infraestructuras y de sus estándares técnicos; se daría prioridad a la conexión de tramos de carreteras inconexos, a la eliminación de cuellos de botella y a mejorar la conectividad de la red viaria; también se promovería la conectividad de las infraestructuras energéticas; se facilitaría el comercio, eliminando barreras que impiden la creación de un entorno de negocios sólido; se reforzará la cooperación aduanera; se eliminarán las trabas a la inversión; se mejorará la división del trabajo y la distribución de las cadenas industriales; habrá integración financiera y se construirá un sistema de estabilidad de las divisas, ampliándose el alcance y la escala de los intercambios de divisas; promoción de los intercambios de las sociedades civiles mediante intercambios culturales y académicos, becas, fomento del turismo…

De lo dicho me llama la atención la ambición del Plan, que va mucho más allá de las meras infraestructuras y establece un grado muy acusado de coordinación. Me llaman también la atención las referencias a la integración financiera. ¿Estaba ya apuntando un esfuerzo de desdolarizar el mundo, que se ha agudizado en los últimos dos años?

 

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