ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Coda a pratityasamutpada

Emilio de Miguel Calabia el

Siempre he aborrecido la literatura con mensaje. Al final el mensaje se come a la literatura y encima ni tan siquiera el mensaje pasa bien. Ésa es una de las razones por las que ya nadie lee la literatura del realismo socialista. Había mucho más mensaje que literatura. Y si alguien duda, le transcribo un fragmento de “El gran corazón” de Antonov, que se publicó en 1957 en la URSS y que a Vladimir Nabokov le hacía mucha gracia:

Olga guardaba silencio.

-¡Ah!- exclamó Vladimir- ¿por qué no podrás amarme como yo te amo a ti?

– Yo amo a mi país- dijo ella.

– Y yo también- dijo él.

– Y hay algo que amo aún con más fuerza- continuó Olga, librándose del abrazo del joven. 

– ¿Y qué es?- quiso saber él.

Olga posó en él sus límpidos ojos azules, y respondió con rapidez:

– El Partido.”

Si todos tuviésemos las cosas sentimentales tan claras como Olga, nos ahorraríamos muchos disgustos y desastres amorosos. Desgraciadamente en una democracia los partidos no suelen convertirse en objetos de deseo como en un régimen de partido único y uno se ve obligado a dirigir sus ansias amorosas hacia otro ser humano imperfecto.

Pero bueno, me estoy distrayendo.

A lo que iba es que en la serie de tres cuentos titulada “Pratityasamutpada” he intentado hacer lo que tanto critico: he querido desarrollar una idea filosófica en forma de cuento.

Cuando Buda se puso a meditar debajo de una higuera, hizo un descubrimiento. Se había sentado sobre un hormiguero de hormigas caníbales. Los sutras budistas nunca han desarrollado esa parte de la historia, sino que se han centrado en que Buda se trasladó entonces a la base de un árbol bodhi que había cercano y allí reanudó su meditación. Los sutras insisten en tres grandes cosas que logró Buda en su meditación: recordó sus vidas pasadas, comprendió el funcionamiento de la ley del karma y descubrió la cadena que nos ata al samsara (el ciclo de existencias), “pratityasamutpada”.

Pratityasamutpada” puede traducirse como “cosurgimiento interdependiente”. Parece más un trabalenguas que un término filosófico, pero es lo que hay. Aparece mencionada en los sutras más antiguos y es casi seguro que fue una de las enseñanzas originales de Buda. La cadena es:

La ignorancia (1) genera las disposiciones mentales (2). Las disposiciones mentales hacen que emerja la conciencia (3). La conciencia provoca la aparición del nombre-forma (4), esto es la combinación del elemento psicológico y del físico que conforman la persona. El nombre-forma determina la existencia de los sentidos (5), que en budismo son seis (a los cinco habituales añaden la conciencia que se ocupa de los pensamientos). Porque tenemos sentidos, surge el contacto (6) entre los sentidos y sus objetos sensoriales. El contacto genera las sensaciones (7) que son causa del deseo (8), que a su vez ocasiona el apego (9) a los objetos sensoriales. El apego es la causa del devenir (10), del seguir vinculado a la cadena del samsara. El devenir lleva al renacer (11) y porque renacemos experimentamos el envejecimiento, el sufrimiento y la muerte (12).

La moraleja es obvia: eliminemos el primer eslabón, la ignorancia, y habremos roto la cadena.

Mientras escribía los cuentos y miraba a mis personajes, me di cuenta de que querían entender la esencia de “pratityasamutpada”, pero que se sentían lo suficientemente arropados por el samsara como para no querer dejarlo todavía. San Agustín de Hipona les habría entendido perfectamente. Él fue el que dijo: “Señor, dame castidad y templanza… pero no ahora”.

 

Otros temas

Tags

Emilio de Miguel Calabia el

Entradas más recientes