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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

A mi propia manera (y 2)

Emilio de Miguel Calabia el

+ Sobre la dualidad del mundo: “… la visión polar, con la que me refiero que el par básico de opuestos, el positivo y el negativo, es visto como los polos diferentes de un imán… La visión polar es sin duda peligrosa,- pero también lo es la electricidad, los cuchillos o el lenguaje. Cuando una persona inmadura [aquí alude a quienes prueban drogas psicodélicas que abren la conciencia, sin estar preparados] experimenta la identidad de lo voluntario y lo involuntario puede sentirse, por un lado, completamente inerme, o, por el otro, igual al Dios judeo-cristiano (…) Sin embargo, ha tenido la experiencia inmediata de que cada uno de nosotros es un campo organismo-entorno, cuyos dos aspectos, el individuo y el mundo, pueden deslindarse sólo a efectos de la discusión.”

Watts comparte la idea taoísta del yin y el yang. Ambos son opuestos, pero se complementan. Si se llega a un extremo donde todo es yang, se pone en marcha el mecanismo equilibrador, que saca el yin que hay en el interior del yang, para que quede el mundo reequilibrado.

En cuanto a lo de ser un campo organismo-entorno, Watts pensaba que cada persona es como un tentáculo que lanza el universo para explorar y autoconocerse. Cumplida su misión, ese tentáculo se reabsorbe en el Todo. El pequeño yo que conocemos se sumerge en una realidad más grande. Una manera de representarlo sería con un océano lleno de olas, en las que cada ola sería un individuo.

+ Sobre el ego: “Leo me enseñó la idea importante de que el ego no era ni espiritual, ni psicológico, ni una realidad biológica, sino que se trata de una institución social del mismo orden que la familia monógama, el calendario, el reloj, el sistema métrico y la convención de conducir por la derecha o la izquierda de la carretera. Señaló que a veces esas instituciones sociales se vuelven obsoletas, como es el caso de los numerales romanos, la astronomía ptolemaica y el sistema de castas hindú y que el “ego cristiano” era claramente inapropiado para la situación ecológica hacia la que nos encaminábamos”. Algunas observaciones. Como se verá, Watts le pega un viaje al matrimonio y a la monogamia cada vez que puede. La idea de que el ego sea una convención social me parece muy sugerente y más en la sociedad en la que vivimos, donde todo está pensado para ensalzar y reforzar el ego. En cuanto a la mención a la ecología, hay que señalar que Watts ya hablaba de ecología y de su preocupación por el planeta mucho antes de que eso se pusiese de moda.

+ Sobre el psicoanálisis: “Me pregunto [se está dirigiendo a un grupo de psicoanalistas] que consideración dáis al hecho de que la mayor parte de vuestras asunciones sobre la vida buena y la realidad vienen directamente del naturalismo científico del siglo XIX, de la hipótesis estrictamente metafísica de que el universo es un mecanismo que obedece a las leyes newtonianas, y de que no hay ningún dios fuera de eso. El psicoanálisis, que realmente es una psicohidráulica que sigue la mecánica newtoniana, comienza con la afirmación mística de que la energía psicosexual del inconsciente es un exceso ciego y estúpido de pura lascivia (…) Siempre me ha parecido que a los psicoterapeutas les faltaba la dimensión metafísica; en otras palabras, que tenían la mentalidad de empleados de una aseguradora y vivían en un mundo fregado y desinfectado de todo misterio, magia, color, música y asombro…”

De alguna manera estas ideas aparecen desarrolladas en “El yo saturado” de Kenneth Gergen que es unos cuarenta años posterior. Gergen comienza con el romanticismo que afirma que en nuestro interior mora nuestro auténtico yo. Freud parte de esa idea para indagar sobre el inconsciente y magnificar la líbido como la gran fuerza psicofísica que nos mueve. Freud sirve de bisagra entre el romanticismo y la visión mecanicista del yo, que es a la que alude aquí Watts. Watts no llegaría a ver la siguiente etapa del yo, de la que Gergen habla, el yo saturado, el yo deslavazado y convertido en un haz de relaciones.

+ Sobre la reencarnación: “La reencarnación la encuentro fácil de comprender, aunque me fascinan más los misterios de la eternidad que los del tiempo y siento que la primera se debe de encontrarse más en el presente que en el futuro. La reencarnación, creo, se explica lo suficientemente bien por la repetición constante de patrones específicos que uno se encuentra en la naturaleza, pero que escapan a nuestra atención cuando el ritmo de la repetición es lo suficientemente lento. Siguiendo la idea aristotélica de que el alma es la forma del cuerpo, pienso en mi alma como en un patrón más que en una sustancia. Es la forma lo que importa y las formas pueden repetirse tanto en el espacio como en el tiempo sin necesidad de vínculo sustancial entre ellas…” Resulta interesante que muchos pensadores que han creído en la reencarnación, empezando por Buda, no le den importancia a qué vidas tuvieron ni cuáles tendrán luego; lo que realmente cuenta es el momento presente. No estoy seguro de haber entendido bien la idea del alma como patrón, pero me parece que habría satisfecho al monje Nagasena, que decía en “Las preguntas de Milinda” que la relación entre una persona y su reencarnación subsiguiente es la misma que hay entre una antorcha y aquella que se alumbró con su último fuego.

+ Sobre la disputa de si importa más la fe o las obras: “… me había fascinado el conflicto aparente entre quienes sostienen que la experiencia mística requiere un esfuerzo supremo de voluntad, y quienes mantienen que dicho esfuerzo es simplemente una exhibición de orgullo egocéntrico (…) Hay un paralelo en el cristianismo entre los pelagianos, que sostenían que la salvación era el resultado de las buenas obras, y los agustinianos (incluído Lutero), que mantenían que únicamente venía por la fe. Igualmente hay los psicoterapeutas que dicen “¡Recomponte!” y los que dicen “Acéptate como eres”. Hay un paralelo mucho menos conocido en el budismo mahayana entre los partidarios del jiriki (poder propio) y el tariki (poder de fuera) [en realidad esta dicotomía no se da en todo el mahayana, sino dentro de la Escuela japonesa de la Tierra Pura] (…) los segundos sostienen que la voluntad humana está tan pervertida que la liberación sólo puede venir por medio de la fe en el poder amoroso de Amitabha, el Buda transcedente de la Luz Infinita”.

Yo creo que lo que subyace al debate es la concepción que tengamos de a naturaleza humana. Si, como Pelagio, desbordamos optimismo, pensaremos que basta con echarle ganas. No haces buenas obras porque no puedas, sino porque no quieres; o sea, lo mismo que con la dieta. Si, como San Agustín, crees que el hombre tiene una naturaleza caída, que tiende hacia el mal y que básicamente nace capullo y muere capullo, es lógico que creas que sólo la fe en la gracia salvífica de Dios, le puede salvar. Vivimos en una sociedad que te lleva a creer que “numerum tontorum infinitum est”, con lo que diría que en este siglo XXI, San Agustín va ganando el partido.

+ Sobre el celibato eclesiástico: “… tengo la fuerte impresión de que los religiosos célibes que realmente se abstienen del sexo (…) se vuelven sentimentales, amargados y codiciosos por el poder (…) Además los hombres de iglesia conservadores tienen ideas completamente irreales sobre la permanencia y santidad del matrimonio y las prédicas sobre la castidad conyugal vienen a veces curiosamente de hombres que uno sabe que son homosexuales activos, Pues el sexo, como la verdad, saldrá a la luz y a este respecto el clero es justo como el resto de la gente. Podéis estar seguros que aquellos que imponen una línea dura sobre la rectitud sexual, se están hablando sobre todo a sí mismos…”

He leído tanto sobre la abstención del sexo con fines espirituales y el uso del sexo tántrico con esos mismos fines, que no sé a qué carta quedarme. La única salida que me convence es la de la sinceridad: si no estás hecho para el celibato, no te esfuerces. Ni tan siquiera San Agustín lo estaba. Lo peor es negártelo a ti mismo y creer que la líbido se va a evaporar así como así. Alguien dijo que tan obsesionado está por el sexo quien hace el amor todas las noches, como quien no lo hace ninguna.

+ Sobre el matrimonio: “… no hay nada erróneo en él, excepto la institución legal. El acontecimiento natural de un hombre y una mujer viviendo en compañía constante, con o sin hijos, es un acuerdo admirable que funciona en tanto uno no insista en que tiene que funcionar, y no trate a su pareja como a una propiedad…”

Durante su época de sacerdote, oficiaba bodas y transcribe los sermones que solía dar, que estaban llenos de sabiduría y un sabio escepticismo. Son sermones tan sensatos y realistas que lo extraño es que los contrayentes en lugar de salir corriendo, persistieran en su voluntad de contraer matrimonio:

“… así como os veis ahora el uno al otro, probablemente os estáis viendo en vuestro mejor estado. Todas las cosas se desintegran con el tiempo, y según pasan los años tiendes a empeorar, no a mejorar. Por ello, no vayais al matrimonio con la idea de mejoraros el uno al otro. Puede haber crecimiento, pero no se le puede forzar (…) nunca finjais un amor que no sentís, porque no podemos mandar sobre el amor. Por la misma razón, no requiráis el amor de vuestra pareja como un deber”.

+ Sobre el pacifismo de Gandhi: “… mientras que la no-violencia de Gandhi funcionó frente a la conciencia incómoda de los británicos en la India, uno podría imaginarse con facilidad que, especialmente en un mundo superpoblado, una organización militar implacablemente eficiente simplemente eliminaría a las poblaciones sometidas mediante técnicas refinadas de genocidio…”

Siempre he pensado que Gandhi estaba un poco sobrevalorado. El comentario de Watts da en el blanco. La resistencia pasiva y la no violencia funcionan en el marco de un Estado de Derecho y ante un enemigo que quiere respetar más o menos las reglas. No creo que a un Hitler o a un Stalin les hicieran mucha mella. En 1942 los japoneses amenazaban con invadir la India. El consejo de Gandhi a los británicos fue que abandonasen el país. Lo inesperado del gesto sorprendería a los japoneses y “disolvería su odio contra los británicos”. Incluso si la beligerancia japonesa no se derritiese, Gandhi recomendaba a los indios la no violencia: “… los resistentes [no violentos, quiere decir] puede que encuentren que los japoneses carecen completamente de corazón y que no les importa a cuántos matan. Los resistentes no violentos se habrán salido con la suya en cuanto que hayan preferido el exterminio a la sumisión.” No acabo de entender cómo dejarse matar por otro, puede considerarse un triunfo.

+ Sobre el alcohol: “[los chinos] parece que asocian inocentemente el alcohol con la poesía y la música, que se escriben de la misma manera que “felicidad”. Sin duda esta gente se convierten en alcohólicos desde el punto de vista clínico, pero sospecho que lo que nosotros llamamos “un bebedor problemático” es tanto un producto del contexto social como de la simple bebida. Dado que estar borracho en Japón, y en la antigua China, no se considera una desgracia, nadie bebe porque se sienta miserable por beber o por desafiar sencillamente a sus amigos y parientes sobrios. Los japoneses también observan la interesante y saludable regla social de que nada de lo que se dice en un bar cuenta.”

En varias ocasiones, Watts reconoce a lo largo del libro, su hedonismo, que centra en las mujeres, el tabaco y el alcohol. Lo que no cuenta es que al final de su vida se había vuelto alcohólico. He leído testimonios de sus seguidores que dicen: su mensaje me ayudó mucho, vale, era alcohólico ¿y qué? Esto nos llevaría a discusiones interesantes: si un maestro transmite enseñanzas de gran valor y que inspiran a sus seguidores, ¿sus debilidades humanas restan valor a esas enseñanzas?; ¿hay que pedirle al maestro coherencia entre lo que predica y lo que practica?; ¿vale decir que al final todo es un juego del ego y que si eres capaz de entenderlo y trascenderlo, cualquier cosa que hagas,- hasta emborracharte-, es válida, si la haces con la actitud adecuada?

 

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