ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Extraños en el muelle (1)

Emilio de Miguel Calabia el

Es muy normal que tarde o temprano un escritor se pregunte por su pasado. ¿De dónde vino y qué es lo que ha vivido? Dentro de estos libros me gustan especialmente aquellos en los que el escritor, al tiempo que habla de sus experiencias, pasa revista al clan en el que nació. Me gusta porque somos ante todo lo que nuestros ancestros hicieron de nosotros. Ésta es una idea que cualquier asiático entendería al momento. Desgraciadamente a los occidentales individualistas nos gusta creer que no debemos nada a nadie y que nos hemos hecho a nosotros mismos.

El 19 de agosto de 2022 comenté en este blog “Feria” de Ana Iris Simón, que me gustó mucho. Simón cuenta lo que es y lo que ha vivido a través del clan en el que nació y de sus historias. “Extraños en el muelle” del malasio Tash Aw utiliza una estrategia parecida. Se diría que para saber quién es, necesita saber quiénes fueron sus ancestros.

Primero está la constatación del autor de que podría ser de cualquier parte de Asia. En Tailandia le toman por tailandés; en Nepal le creen miembro de la etnia gurung. Vuela de Shanghai a Hong Kong. A la salida los empleados chinos le hablan en mandarín y a la llegada los hongkoneses lo hacen en cantonés.

Su historia personal comienza con sus abuelos chinos que emigraron jóvenes a Malasia y que en un momento dado fueron los “extraños en el muelle” del título de la novela. Más tarde uno se convertiría en tendero y el otro en maestro de escuela.

Igual que Ana Iris Simón habla de las idiosincrasias de su clan, los feriantes y los simones, Aw saca a relucir las peculiaridades de su propio clan. Las acogidas solidarias por parte de coterráneos que llegaron antes y crean unos vínculos cuasifamiliares tan fuertes que cuatro generaciones después los descendientes no sabrán cuáles de los tíos de su árbol genealógico son parientes biológicos y cuáles provienen de la red solidaria que acogió a sus abuelos. La emigración de los descendientes a Canadá y Australia donde olvidarán sus tradiciones y el lenguaje de sus antepasados…

Hablando con su padre,- una conversación extraña porque entre ellos predominan los silencios y las reticencias-, Aw se da cuenta de que ser chino-malasio supone no admitir la debilidad ni la tristeza, no hablar de penas de amor, de depresión ni de dudas existenciales, no hablar del pasado e interesarse siempre por el futuro (inciso del autor: tal vez sea así como los chinos hayan afrontado el trauma de la Revolución Cultural)… El padre rompe el hilo de sus reminiscencias: “Son aburridas historias de pobres (…) No son muy interesantes para ti.” Sí, los pobres además de ser unos perdedores, de ser un punto casi imperceptible en la masa informe de la pobreza, resulta que son aburridos.

En la escuela Aw aprende lo que son las categorías sociales, que no somos iguales. Es algo que no se aprende inmediatamente, es algo que va emergiendo poco a poco. “Están los empollones que destacan en mates (por lo general chinos), así como gangsters de poca monta que se meten en peleas después de clase y alguna que otra vez acaban expulsados (por lo general chinos), pero habitualmente nos fundimos en una única masa que avanza sin dramatismo…” Será más adelante, cuando salgan los resultados de los exámenes públicos, que Aw comprenderá que la masa única no era tan única, “… que unos chicos han estado haciendo trigonometría avanzada con sus padres arquitectos. Otros han estado leyendo a Steinbeck y escribiendo relatos breves en su tiempo libre…” Los alumnos brillantes de familias modestas pedirán becas para institutos en Singapur y los alumnos mediocres de familias ricas se irán a internados en Inglaterra. La inmensa mayoría, que no es ni brillante, ni pudiente, tratará de entrar en la universidad malasia o de encontrar un empleo.

Alguien dijo que los aeropuertos son no-lugares. Los aeropuertos existen en un espacio-tiempo que no tiene nada que ver con el del país donde se encuentran. Los inmigrantes son los no-lugares de la Humanidad. No sienten que pertenezcan 100% al país de acogida, pero el país de sus ancestros ya no es el suyo.

“Siempre que estoy en China, lo que con más frecuencia me preguntan (…) es «¿de dónde es usted?», con lo cual quieren decir no solamente de qué país soy, sino también de qué grupo regional procedo, qué dialecto habla mi familia en casa” (nota: en China se hablan muchos dialectos aparte del mandarín. Muchos de los que emigraron al Sudeste Asiático pertenecían a tres grandes familias, los teochew, los hakka y los hokkien). Aw menciona la contradicción china. Frente a terceros, se definen como chinos con independencia del país de origen, se identifican con unas prácticas culturales que les confieren una identidad común. Pero cuando se encuentran entre ellos, “las divisiones son constantes y reales”. Para Aw viajar por China y entre los países sinizados del Sudeste Asiático le somete a los mismos saltos culturales que un viaje por Europa. “Aunque las personas parezcan iguales, son diferentes”.

Aw no pertenece del todo a Malasia, ni a China, pero tampoco pertenece a sus ancestros. Cuando visita a sus abuelos maternos, que tienen un pequeño colmado en una población modesta de Perak, se siente un impostor, un forastero, un niño mimado de ciudad que es ajeno a su propia familia. Siente que ha tenido oportunidades que se les negaron a sus abuelos y a sus primos. La distancia que siente de su abuelo la resume así: “Él era un emigrante. Yo era el nieto de un emigrante. Nunca veríamos el mundo de la misma manera.”

 

Literatura

Tags

Emilio de Miguel Calabia el

Entradas más recientes