Emilio de Miguel Calabia el 23 ago, 2024 Hace un par de días terminé de leer “El final de la muerte”, el último volumen de la trilogía de Cixin Liu que se abre con el problema de los tres cuerpos y me he quedado con un sabor agridulce. El primero de los libros, “El problema de los tres cuerpos” me pareció excelente. Mezcla dos enigmas: ¿qué significa ese juego de ordenador que transcurre en un lugar extraño? ¿por qué están muriendo los principales físicos del mundo? La manera de plantearle un enigma bien construido al lector me recordó a la biblioteca que creó Umberto Eco en “El nombre de la rosa”. El segundo de los libros, “El bosque oscuro”, es un poco más flojo, pero aun así parte de una premisa muy atractiva. La flota de Trisolaris se dirige a la Tierra con intenciones poco amistosas. Las actividades de los terrestres están vigiladas por los sofones, unos aparatos diminutos y que funcionan en otra dimensión que se enteran de todo lo que hablan los terrestres. Ello hace que el diseño de planes disuasivos para los trisolarianos debe encomendarse a unas pocas personas,- los valladares-, que deberán desarrollarlos sin comunicarlos a nadie. Dada la astucia de los trisolarianos, los valladares deben diseñar sus planes en dos planos: a primera vista sus planes parece que apuntan hacia A, pero ese primer plan obvio en realidad enmascara el plan real. La idea está muy bien desarrollada y genera mucho interés en el lector. En el tercero de los libros, “El fin de la muerte”, la imaginación desbocada de Cixin Liu se le va de las manos. Como de costumbre, Cixin Liu sabe cómo generar intriga y el lector devora las páginas para saber lo que ocurrirá a continuación. Pero en esta ocasión no hay un enigma que se resolverá al final del libro. En esta ocasión hay muchos enigmas, demasiados, que no llegan a resolverse. Cada enigma está muy logrado, pero en lugar de dirigir la acción como en las dos novelas anteriores, llevan la historia de aquí para allá. Uno desea saber hacia dónde le dirige el autor, pero el autor no le dirige a ninguna parte. Da la sensación de que él mismo se ha perdido en sus propias tramas. Y para rematar, de cuando en cuando se saca un conejo de la chistera, cuya presencia en la novela no queda bien explicada. Un ejemplo, al inicio de la obra hay un capítulo que se titula “ Mayo de 1453. La muerte de la Maga” y que transcurre durante el asedio de Constantinopla. La historia ocupa 15 páginas y hacia el final nos enteramos de que la Era de la Magia duró del 3 al 28 de mayo de 1453, cuando un fragmento de alta dimensionalidad entró en contacto con la Tierra por primera vez. En el desarrollo posterior de la novela, el lector entenderá a qué se refería el autor, pero la pregunta es: ¿hacía falta esa maraña en la trama de la novela? ¿Ha aportado algo realmente sustancial? Y así con muchas otras cosas del libro. Es una novela ideal para un vuelo de varias horas (ahí fue donde la leí yo) en el que estás aburrido y la oferta de películas del avión deja mucho que desear. Literatura Tags Cixin LiuLiteratura china contemporáneaLiteratura de ciencia ficción Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 23 ago, 2024