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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Edmund Wilson (2)

Emilio de Miguel Calabia el

(Charles Dickens, que podía resultar igual de patético que sus historias)

Otro escritor muy influido por sus circunstancias,- en este caso sociales-, fue Charles Dickens. Su infancia le proporcionó suficiente material como para saber que la sociedad está lejos de ser un lugar paradisíaco. Su padre fue el hijo de un mayordomo, que tenía gustos de noble y tendía a gastar más de lo que debía. Cuando Dickens tenía doce años su padre fue encarcelado por deudas. Por si la escena de la detención del padre no hubiese sido lo suficientemente traumática, al salir detenido de la casa el padre exclamó: “¡Para mí, el sol se ha puesto para siempre!â€

Poco a poco la familia fue vendiéndolo todo, incluidos los libros del joven Charles. Finalmente Dickens se vio trabajando en una fábrica desvencijada junto a unos compañeros que se burlaban de él y le llamaban “el señoritoâ€. Una herencia mejoró la situación de su padre, que le sacó de la fábrica y le devolvió a la escuela. La experiencia de la fábrica marcaría a Dickens para siempre. Años después Dickens escribiría, refiriéndose a aquel tiempo: “… En mi naturaleza entera había cundido a tal grado la aflicción y la humillación (…) que, incluso ahora, famoso y mimado y feliz, con frecuencia olvido en mis sueños que tengo hijos y esposa queridos, incluso que soy un hombre, y vuelvo desoladamente hacia aquella época de mi vida.†En opinión de Wilson, “toda la obra de Dickens fue un intento de digerir estos golpes y opresiones de su niñez, de explicárselos a sí mismo, de justificarse en relación con ellos, de mostrar un cuadro inteligible y tolerable de un mundo en que tales cosas podían suceder.†Y otra cosa más, esas experiencias dejarían a Dickens en una suerte de tierra de nadie social. Le permitieron simpatizar con los obreros, aunque nunca sería uno de ellos, y le crearon cierta aversión hacia las clases altas que siempre estaría presente en sus obras.

En novelas como “Barnaby Rudge†o “Hard Times†puede verse su simpatía por los obreros que luchan contra las condiciones insoportables de trabajo en las fábricas. En “A Tale of Two Citiesâ€, que transcurre en Francia, el pueblo francés ha sido lo suficientemente provocado como para desembocar en la Revolución Francesa, pero una vez revolucionados, “los seres humanos se tornan en arpías y vándalos.†Una moraleja de la novela podría ser que si las clases altas británicas no se ocupan de las condiciones de vida de las masas desfavorecidas, la revolución llegará.

En 1842 Dickens viajó a EEUU, esperando encontrar allí una suerte de sociedad sin clases irénica. Fue una decepción. Aunque apreció el espíritu democrático y la energía de la sociedad norteamericana, los aspectos negativos de lo que vio resultaron más fuertes: la obsesión por el dinero, la omnipresencia de la publicidad, la informalidad norteamericana, la esclavitud, el trato a los obreros… A nivel literario, la experiencia norteamericana llevaría a la aparición en su obra de un nuevo tipo de personaje, siniestro, implacable, que sólo vela por sus intereses. Este nuevo personaje reflejaría la aversión creciente de Dickens hacia las clases altas de la burguesía. En todo caso, a menudo que pase el tiempo, otro elemento aparecerá en su obra, introducido también por su vida: los matrimonios fracasados y las angustias de criar a los hijos. Ahí lo dejo, que explorar la influencia de su vida sentimental sobre su literatura, nos llevaría muy lejos.

James Joyce es uno de los autores a los que dedica más espacio. Al igual que ocurrió con el Quijote, donde parece que la idea original de Cervantes era escribir una novela ejemplar más, el Ulises iba a ser un relato de “Dublinesesâ€, que se hubiera titulado “El día de Mr. Bloom en Dublinâ€. La historia empezó a crecer cuando Joyce combinó la historia de Mr. Bloom con la de Stephen Dedalus, el protagonista de “Retrato del artista adolescenteâ€. El título de Ulises nos da una idea de lo que Joyce quería escribir: “una épica moderna del hombre ordinario†tomando como base la Odisea. Así, por ejemplo, Stephen Dedalus es el trasunto de Telémaco.

Wilson considera que el Ulises es la obra más completamente escrita desde Flaubert. Joyce pretende transmitir con la máxima exactitud las visiones y los sonidos entre los que se mueven los suyos y mostrarnos el mundo tal y como sus personales lo perciben. A diferencia de Proust que es vago con los detalles, Joyce es detallado al extremo. Nos cuenta que noticias aparecieron publicadas el 16 de junio de 1904 y qué canciones populares se cantaban en Dublín en aquellos días. Y el mismo detallismo aparece en su descripción de las mentes de los personajes. Un ejemplo lo tenemos en la descripción de cómo la percepción de Dedalus se emborrona por efecto del alcohol ingerido durante la comida y de la excitación intelectual de la conversación. “Ojos de glinton, animados de placer, levantaron la mirada claratímidamente. En ojeada alegre, jubiloso puritano, a través de la retorcida eglantina. (el Ulises no debería traducirse. El juego con el lenguaje es tan magnífico, que sólo debería ser leído en inglés. Las últimas líneas que he transcrito dicen en inglés: “Eglintoneyes, quick with pleasure, looked up shybrightly. Gladly glancing, a merry puritan, through the twisted eglantineâ€).

No obstante sus logros, Wilson estima que Joyce descuida la acción, el relato, el drama e incluso el impacto de cada personaje sobre los demás. Hay mucha vitalidad, pero muy poco movimiento. Como Proust es más sinfónico que narrativo, la progresión y el desarrollo en sus obras es más musical que dramático. Y con todo, su estilo como ningún otro consigue crear la ilusión de un organismo social vivo.

 

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