Emilio de Miguel Calabia el 20 jul, 2024 (Benazir Bhutto. Una dinastía desgraciada. Su padre murió en la horca y ella en un atentado terrorista) Finalmente el 6 de agosto de 1990 el establishment forzó su cese entre acusaciones de corrupción e incompetencia. En las elecciones que siguieron el ISI creó una gran coalición anti-PPP y logró que en cada circunscripción hubiera un único candidato anti-PPP, impidiendo así la fragmentación del voto anti-Bhutto. Asimismo distribuyó importantes cantidades de dinero a los partidos de la oposición. Tras las elecciones Nawaz Sharif se convirtió en primer ministro del país. En cuanto subió al poder, Sharif trató de mostrarse más tecnocrático y menos ideológico y puso la economía y el desarrollo al frente de sus prioridades. Sharif quería reformar la economía, reducir el papel del Estado, privatizar y desregular. Era el tipo de cosas que EEUU quería oír. Pero, como solía ocurrir en Pakistán, el gobierno civil iba por un lado y el ISI por otro. El ISI siguió persiguiendo que hubiera un gobierno islamista en Kabul y siguió apoyando la insurgencia en Cachemira. Y, desde luego, el programa nuclear ni tocarlo. El único punto en el que Sharif se opuso al Ejército fue con motivo de la Guerra del Golfo, en la que se enfrentó a los deseos de Beg de inclinarse del lado de Saddam Hussein. En 1991 el general Asif Nawaz se convirtió en comandante en jefe y fue uno de los más cabales que hubiera habido. Nawaz era consciente de las limitaciones del Ejército como gestor y estaba preocupado con la creciente influencia de los islamistas. También creía que Pakistán debía abandonar Afganistán y mejorar sus relaciones con EEUU. Nawaz apostó por la mejora de las relaciones entre Bhutto y Sharif para lograr que la democracia parlamentaria funcionase. No salió adelante y en 1993 Nawaz murió de un ataque al corazón. El enfrentamiento de Sharif con el presidente Ishaq Jan acabó conduciendo a su cese y a la convocatoria de nuevas elecciones el 6 de octubre de 1993. Los islamistas tuvieron unos resultados ridículos. Una de las ironías de la política pakistaní es que los islamistas eran muy influyentes y marcaban el terreno de juego, pero a la hora de las elecciones se mostraba que tampoco tenían tanto apoyo popular. En las elecciones la Liga Musulmana de Pakistán (PML), el partido de Sharif, consiguió el 39,7% de los votos, pero el PPP con el 38,1% le ganó en escaños. En su segundo mandato, Bhutto quiso centrase en temas económicos y sociales y evitar confrontaciones con el establishment. El ISI, por su parte, quería dar la impresión de que eran los civiles quienes gobernaban, mientras seguía con sus políticas habituales. Bhutto lanzó un Programa de Acción Social y su apertura del sector energético trajo un nivel de inversión extranjera nunca visto. Asimismo consiguió mejorar las relaciones con EEUU. En esta ocasión Bhutto supo congraciarse con el establishment, pero tal vez no fuera consciente de que el apoyo del establishment era oportunista y coyuntural y que podía desaparecer en cualquier momento. Su mandato se vio teñido por la violencia y la incapacidad suya y de Sharif de ponerse de acuerdo. El 5 de noviembre de 1996 el presidente Farooq Leghari la cesó y disolvió el Parlamento con el apoyo, -cuando no instigación- del Ejército. El “Friday Times”, cuyo editor era próximo a Leghari dijo: “Benazir Bhutto lo tenía merecido. Era una gobernante arrogante, imprudente, caprichosa y corrupta que se rodeó de sicofantes, lacayos y esbirros y que desperdició una segunda oportunidad para servir al pueblo de Pakistán”. Uno diría más bien que la aprovechó lo mejor que pudo, pero contra ciertos palos en las ruedas no hay nada que hacer. Las elecciones del 3 de febrero de 1997 tuvieron una participación bajísima. ¿Para qué votar- debieron de preguntarse los votantes- si a los dos años viene el Ejército y revierte los resultados de las elecciones? Sharif volvió al puesto de primer ministro y logró enmendar la Constitución para reducir los poderes del presidente y aumentar los suyos; básicamente quería asegurarse de que Leghari no le movía la silla como había hecho con su predecesora. El segundo mandato de Sharif fue convulso. Su autoritarismo le granjeó muchos enemigos. La consolidación del régimen talibán en Kabul hizo que los islamistas pakistaníes salivasen de gusto y pidiesen algo parecido para Pakistán. El ISI promovió operaciones en Cachemira, justo en el momento en que él trataba de mejorar las relaciones con la India (¿suena familiar?). Y de remate en mayo de 1998 Pakistán se convirtió en una potencia nuclear. Muy bien para el orgullo patrio y muy mal para la economía porque las sanciones subsiguientes hicieron bastante pupa a la economía. Como 20 años antes con Zulfikar Ali Bhutto, sería su elección de comandante en jefe del Ejército lo que causaría su ruina. Sharif escogió a Pervez Musharraf, un mujahir (descendiente de una familia que huyó de la India en el momento de la Partición) que tendría que presidir una institución dominada por punjabíes y pashtunes. Musharraf junto con otros generales planificó una operación en Kargil, una sección de Cachemira que controlaba la India en verano y que dejaba desocupada durante el invierno. La operación estuvo mal planteada militarmente y descuidó el aspecto internacional. Sharif salió como pudo de la situación que le habían creado los militares y estos se mostraron resentidos por la orden que emitió Sharif de que se retirasen de sus posiciones en Kargil. El 12 de octubre de 1999 Pervez Musharraf dio un golpe de estado. 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