Emilio de Miguel Calabia el 09 abr, 2021 Cuando pienso en la Operación Barbarroja, con la que los alemanes pensaron que en unos pocos meses podrían noquear a la URSS y sacarla de la guerra, la palabra que se me viene a la cabeza es “desmesura”. La misma palabra,- y aumentada-, se me ocurre para definir la campaña hacia el Cáucaso que la Alemania nazi lanzó en 1942, la Operación Fall Blau. El fracaso ante Moscú en diciembre de 1941 y la entrada en la guerra de EEUU habían hecho que a medio plazo un ataque aliado en el oeste se convirtiese en una certeza y Alemania sabía que no podía vencer una guerra en dos frentes. A ello se añadía que sus reservas de petróleo estaban disminuyendo y que en los primeros seis meses de la Operación Barbarroja había perdido medio millón de hombres y una gran cantidad de material, al tiempo que sus capacidades logísticas estaban al límite. Alemania tenía las fuerzas justas y una pequeña ventana de oportunidad para intentar noquear a la URSS antes de que la intervención norteamericana hiciese sentir todo su peso. Éste fue el contexto en el que se planeó la Operación Fall Blau. La idea sobre la que se montó la operación fue que el Cáucaso producía el 70% del petróleo soviético. Apoderarse de la región supondría un golpe muy duro para Stalin, al tiempo que aliviaría la escasez de petróleo de los alemanes, un tema que con razón obsesionaba a Hitler. Además, un objetivo secundario sería que cerraría el corredor persa por el que desde el otoño de 1941 los aliados suministraban materiales de guerra a los soviéticos. Para 1942 los soviéticos aún no habían restaurado su producción militar hasta los niveles previos a Barbarroja. Sin la contribución anglonorteamericana, habrían sido incapaces de restablecer y reforzar al Ejército Rojo. Finalmente, estaba el factor de que para los soviéticos el Cáucaso era un frente secundario y estaba guarnecido con tropas de poca calidad, lo que parecía prometer un éxito fácil. Inicialmente la Operación Fall Blau iba a desarrollarse en tres etapas. En la primera el 2º y 4º Ejércitos Pánzer con el apoyo del 2º Ejército Húngaro atacarían desde Kursk en dirección a Voronezh, anclando el flanco norte de la ofensiva en el Volga. En la segunda el 6º Ejército, dotado de tales medios que era el Ejército más poderoso del mundo en aquellos momentos, se movería en paralelo al 4º Ejército y fijaría el frente en el Volga a la altura de Stalingrado, cuya captura no se consideraba indispensable. Se preveía que las etapas primera y segunda darían pie a vastos copos de tropas soviéticas. Finalmente, garantizados los flancos norte y este, los Ejércitos pánzer 1 y 17 y el 4º Ejército rumano se dirigirían hacia el Don. Pronto en la planificación de la operación se decidió que no habría tres etapas, sino que los objetivos de asegurar el Volga entre Voronezh y Stalingrado y conquistar el Cáucaso se perseguirían simultáneamente. Lo que había sido el Grupo de Ejércitos del Sur en la Operación Barbarroja se dividió en dos Cuerpos de Ejército más pequeños, el A (Cáucaso) y el B (Volga). Casi desde el inicio los alemanes incurrieron en los mismos errores que habían hecho que la Operación Barbarroja no consiguiese sus objetivos en 1941. El primero fue el descuido de la logística. Durante toda la operación las tropas alemanas tuvieron problemas de suministros, especialmente de combustible, que frustraron las grandes oportunidades que tuvieron entre julio y septiembre de romper completamente el frente soviético y alcanzar sus objetivos. Hay que pensar que mientras que en la Operación Barbarroja hubo unidades que avanzaron 1.000 kilómetros en cinco meses, aquí se les estaba pidiendo que avanzaran 1.285 kilómetros (la distancia hasta los riquísimos campos petrolíferos de Bakú) en tres meses, antes de que empezasen las primeras nieves. La doctrina militar alemana estipulaba que las fuerzas tenían que comenzar una ofensiva con una cantidad de combustible de 4 VS (un VS era la cantidad de combustible necesaria para que todos los vehículos de una unidad se movieran 400 kilómetros). Con esa cantidad hubieran podido llegar de sobra a Maikop, uno de los principales objetivos, que estaba a 333 kilómetros de Rostov. Lo cierto es que durante toda la campaña los alemanes adolecieron de falta de combustible y perdieron muchas oportunidades porque las divisiones no podían avanzar. La situación era tan difícil que a menudo las tropas alemanas se vieron a recuperar el combustible de vehículos que se habían averiado o habían tenido que ser abandonados e incluso tuvieron que dejar atrás los tanques que tenían un mayor consumo de combustible. Las carreteras y vías férreas eran mucho peores de lo que se esperaban los alemanes y la Luftwaffe tuvo que contribuir ocasionalmente a abastecer a las tropas del Cuerpo de Ejército A. La falta de combustible tuvo varios efectos nefastos sobre el desempeño de las tropas alemanas y, en mi opinión, fue la principal causa de su derrota. Por un lado, frustró varias posibilidades de cercar y destrozar unidades enemigas. Por otro, impidió que el ataque alemán mantuviera su inercia y dio tiempo a que las fuerzas soviéticas acabaran creando líneas defensivas sólidas. Otro fallo clamoroso de la logística alemana es que carecía de mapas actualizados de la región y ni tan siquiera tenía ubicados algunos de los puentes clave para cruzar los ríos. Asimismo lo que en los mapas parecían carreteras decentes, a la hora de la verdad muchas veces resultaban ser caminos de mulas. Incluso la ubicación de sus principales objetivos, los campos petrolíferos, a menudo era vaga. Por ejemplo, los campos petrolíferos de Maikop estaban dispersos en torno a la ciudad y no en un solo lugar. El segundo de los grandes fallos de la planificación alemana es que no destinaron a la operación, que era muy ambiciosa, las fuerzas necesarias; no había suficientes fuerzas motorizadas y acorazadas. Lo peor es en buena medida esa carencia de tropas se debió a que los alemanes desviaron fuerzas que habrían venido muy bien a Fall Blau a operaciones secundarias. Para empezar, el 1 de julio, cuando Fall Blau apenas estaba en sus primeros compases, Rommel comenzó su ataque a las fuerzas británicas en El Alamein con el objetivo último de llegar al Canal de Suez. Se destinaron a esa operación cantidades ingentes de combustible y carros de combate que habrían venido muy en el Cáucaso y todo para conseguir un objetivo importante, pero secundario en comparación con lo que hubiera representado hacerse con el petróleo del Cáucaso y haber debilitado a la URSS. Entre el 11 y el 24 de agosto el Grupo de Ejércitos del Centro lanzó la Operación Whirlwind para eliminar un saliente soviético. La operación utilizó cinco divisiones pánzer, incluída una que se le quitó al Grupo de Ejércitos del Sur, una motorizada y seis de infantería. También por esas fechas, los alemanes retiraron de la Operación Fall Blue a una división motorizada de las SS y a dos divisiones de infantería para enviarlas al Oeste y a Grecia. Para rematar, estaba previsto que el 23 de agosto comenzase la Operación Nordlicht, cuyo objetivo era conquistar Leningrado; si la Operación no se lanzó fue porque los soviéticos se adelantaron y lanzaron su propia Operación sobre el frente de Leningrado el 19 de agosto. Para mediados de agosto 11 de las 72 divisiones involucrados en la Operación Fall Blau habían sido desviadas a otros frentes. En resumen, ¿era necesario que Alemania tomase la iniciativa en tantos frentes cuando se estaba jugando la guerra en el Cáucaso? Si la logística y la cantidad de tropas y material destinados dejaban mucho que desear, la ejecución ya fue para nota. Historia Tags CáucasoHistoria militarOperación BarbarrojaOperación Fall Blau Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 09 abr, 2021