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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

La concepción tailandesa de las relaciones internacionales (7)

Emilio de Miguel Calabia el

(Preparados para recuperar los territorios perdidos)

Cuando estalló la II Guerra Mundial, Tailandia se declaró neutral. Como muchos otros países,- entre ellos España-, Tailandia prefería mantenerse completamente al margen. Era un asunto puramente europeo y mejor no involucrarse mientras la pelota estuviera en el tejado. En todo caso, como a río revuelto, ganancia de pescadores, Tailandia comenzó a presionar por una redelimitación de las fronteras. El Reino Unido, esta vez, se puso del lado de Tailandia. La razón estaba del lado tailandés y podía ser una ocasión para apartarla de Japón y aumentar la influencia británica. Tras hacerse de rogar, Francia aceptó en principio la redelimitación, pero para entonces ya era tarde. Los pánzers alemanes ya habían penetrado en el país y era cuestión de semanas hasta la derrota definitiva.

La derrota francesa de junio de 1940 dejó a la Indochina francesa en un extraño limbo. Seguía dependiendo de París, pero tenía que consentir que Japón la tratase como a un vasallo. Francia se vio obligada a reconocer los intereses políticos y económicos de Japón en Asia Oriental y a permitir que utilizasen Indochina como plataforma para su guerra con China. Esta situación les quitó el sueño a los decisores tailandeses. Tarde o temprano Japón se haría con toda Indochina y si para entonces Tailandia no había conseguido los cambios fronterizos que ambicionaba, tal vez la oportunidad pasase para siempre. Los optimistas,- entre los que se contaba Phibul-, estimaron que la debilidad francesa era una ocasión demasiado buena para desaprovecharla. Tal vez incluso pudiera recuperarse todo lo cedido por Rama III.

Phibul llevaba años agitando los sentimientos irredentistas, que habían calado especialmente en el Ejército. El 23 de noviembre de 1940 las tropas tailandesas realizaron sus primeras incursiones en la Indochina francesa, aprovechando la distracción que ofrecía una rebelión en Cochinchina. Las tropas coloniales francesas ofrecieron una resistencia mayor de la esperada y para mediados de enero la situación se había empantanado. El 17 de enero de 1941 una pequeña fuerza naval francesa consiguió hundir un navío, incendiar otro y hundir dos torpederos. Japón, que no quería ver a su aliado tailandés humillado, forzó un armisticio al que siguió una conferencia de paz en la que sirvió de mediadora. La conferencia otorgó a Tailandia la totalidad de la provincia de Battambang y parte de las provincias de Siem Reap y Kampong Thom y dos provincias laosianas en la ribera occidental del Mekong. A pesar de todo, los tailandeses no quedaron satisfechos del todo; habían aspirado a más. En términos políticos quien había salido ganando había sido Japón que había hecho valer su hegemonía e influencia sobre Tailandia y sobre la Indochina francesa. La jugada pareció que le había salido bien a Phibul que con una breve y no muy cruenta guerra había obtenido bastante de lo que quería. No obstante, Phibul recelaba. Estaba cada vez más sometido a los japoneses y era consciente de que no podría resistirse a sus ejércitos.

Para mediados de 1941 las cosas ya se estaban calentando entre Japón y los Aliados y Tailandia se vio cogida entre medias, una situación que históricamente Tailandia siempre ha procurado rehuir. Tailandia entró tanto en los cálculos de los Aliados como en los de Japón. Los británicos esperaban poder establecer una línea defensiva en el istmo de Kra, en territorio tailandés, en caso de invasión japonesa. Los japoneses, por su parte, querían atacar la Malaya y Birmania británicas pasando por territorio tailandés.

Tailandia trató de navegar esas aguas turbulentas, cediendo a muchas de las demandas japonesas, al tiempo que pedía ayuda a los Aliados para resistir a los japoneses. La tradicional política de utilizar a una gran potencia para manipular a la otra en esta ocasión no funcionó. Los japoneses eran demasiado fuertes y los británicos tenían demasiados recursos comprometidos en Europa. Las afirmaciones de neutralidad resultaban cada vez más vacías. Era obvio que se estaba inclinando más hacia el lado japonés en parte en respuesta a las presiones de dicho país y había voces importantes en el gobierno que abogaban por el acercamiento a Japón, dado que creían que ganaría la guerra. La principal de esas voces era la del mismísimo Phibul, al que guiaban el temor a Japón y la codicia de recuperar territorios perdidos cuando Japón ganase la guerra. Por otra parte, otros ejemplos en Europa mostraban que las protestas de neutralidad no llevaban a ningún sitio, cuando las grandes potencias estaban decididas a no respetarlas.

El 8 de diciembre de 1941 las tropas japonesas entraron en Tailandia. El Ejército tailandés resistió durante cinco horas que se le debieron de hacer eternas, pero esas cinco horas serían muy útiles luego para mostrar que Tailandia había hecho un esfuerzo por mantener su neutralidad. Los japoneses hicieron tres peticiones a los tailandeses: libre paso por territorio tailandés, un Tratado de alianza para defender a Tailandia y una alianza ofensiva y defensiva contra EEUU y el Reino Unido. La recompensa, si Tailandia accedía a la tercera de las peticiones sería la devolución de todos los territorios perdidos. Tailandia al comienzo sólo accedió a la primera de las peticiones, pero el día 21 de diciembre también accedería a la tercera. Charivat Santaputra, un historiador tailandés que ha estudiado este período, recuerda al hablar de este episodio el viejo dicho tailandés, que ha guiado su política exterior: “Mientras que los grandes árboles caen, los árboles pequeños que se inclinan en la dirección de la tormenta colérica sobrevivirán.”

El 25 de enero de 1942 Tailandia declaró la guerra a EEUU y al Reino Unido. A partir de este momento se vio obligada a colaborar aún más estrechamente con Japón. Irónicamente Tailandia se vio obligada a conceder a Japón los mismos derechos de extraterritorialidad de los que le había costado tanto deshacerse unos pocos años antes. En el terreno militar las tropas tailandesas atacaron Shan, en el este de Birmania, una región habitada por un pueblo de extracción thai, que Tailandia confiaba en quedarse cuando la guerra hubiese terminado. Finalmente la colaboración con Japón rindió sus frutos. El 20 de agosto de 1943 Japón transfirió a Tailandia la administración sobre cuatro Estados malayos y sobre dos Estados Shan.

Un azar que ayudaría mucho a la causa tailandesa al final de la guerra fue la actitud del Embajador tailandés en Washington, Seni Pramoj, que era favorable a los Aliados, les dijo que el pueblo tailandés era pro-aliado y que sólo Phibul y su camarilla eran pro-japoneses. Sospecho que esto era una pequeña exageración y que el pueblo tailandés en su mayoría era pro-nada. También les habló de la existencia del movimiento de los “Thai libres”, que podía servir de banderín de enganche para todos los elementos antijaponeses. El papel fundamental de los Thai libres fue proporcionar información a los Aliados. Gracias a Seni, EEUU declaró en diciembre de 1941 que trataría a Tailandia como a un país que había sido ocupado por fuerzas enemigas, un estatus de lo más favorable para Tailandia. Por cierto, que existe la leyenda de que Seni se negó a entregar la declaración de guerra a los norteamericanos. La realidad es que ese movimiento hubiera sido inútil, ya que el gobierno tailandés la había transmitido a través de la Embajada de Suiza, que representaba los intereses de EEUU en Bangkok. Lo que sucedió fue sencillamente que EEUU optó por darla por no recibida.

De esta manera Tailandia consiguió algo que en Europa sólo consiguió Italia: empezar la guerra del lado del Eje y terminarla en el bando de los Aliados. Si eso no es flexibilidad y oportunismo… A esto, por cierto, ayudó que el pro-japonés Phibul ya no estaba en el poder. Al final de la II Guerra Mundial el Reino Unido le tenía ganas a Tailandia por haber facilitado la invasión japonesa de Malaya, por haber aceptado el regalo japonés de territorios que pertenecían al Imperio británico y por los daños ocasionados a los negocios británicos en el país. Pero en el orden internacional de posguerra quien tenía la primacía ya no era el imperio británico sino EEUU y EEUU veía con simpatía la causa de Tailandia. De esta manera Tailandia se incorporó al orden internacional de posguerra como país aliado. El precio que tuvo que pagar fue la devolución de los territorios anexionados durante la guerra, algo que era prácticamente inevitable.

 

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