Aunque el momento de las descolonizaciones no llegase hasta las décadas de los 50 y 60 del siglo XX, el fin del colonialismo empezó a forjarse en la I Guerra Mundial. La I Guerra Mundial debilitó a las metrópolis inglesa y francesa, que salieron de la guerra endeudadas y con pocas ganas de sacrificios. La I Guerra Mundial trajo una nueva conciencia política en las colonias: ¿por qué hemos ido a Europa a morir por unas metrópolis que nos consideran ciudadanos de segunda? Justo cuando esas preguntas habían empezado a plantearse, dos ideologías aparecieron que comenzaron a desmontar el entramado ideológico colonial. La primera fue el wilsonianismo y su derecho a la libre autodeterminación de los pueblos. Aunque pensado inicialmente para los pueblos europeos, ¿no resultaba lógico pensar que también debía aplicarse a los pueblos asiáticos? La segunda fue el marxismo. Francia trasladó a muchos vietnamitas a Francia durante la guerra, para que reemplazasen en las fábricas a los obreros que habían partido al frente. Allí bastantes de ellos tendrían su primer contacto con el marxismo. Uno de ellos fue, justamente, Ho Chi Minh.
Un último elemento que afectó a la Indochina francesa fue la emergencia de un potente nacionalismo chino, que quería borrar todas las humillaciones que había sufrido el país los últimos 80 años, bajo la dinastía Qing, que fue derrocada en 1911. Esto implicó que al otro lado de la frontera los franceses ya no tendrían a un imperio decadente que a todo decía que sí por debilidad, sino a unas autoridades rabiosas, prestas ante cualquier atisbo de vulnerabilidad francesa. Implicó asimismo que el nacionalismo vietnamita se avivase por el ejemplo chino. Antes de la colonización francesa, los lazos políticos y culturales entre China y Annam habían sido muy fuertes. Aunque los franceses hubieran intentado romperlos, la influencia china seguía siendo muy fuerte.
Los siguientes veinte años Francia intentaría hacer frente a todos estos nuevo desarrollos, tratando al mismo tiempo de tocar lo menos posible la esencia del régimen colonial. Ya desde antes de la I Guerra Mundial, Francia había introducido cambios para apartar a los vietnamitas de la vinculación cultural con China e incluso para quebrantar su contacto con su propio legado cultural. La romanización del alfabeto vietnamita y la introducción del francés en la enseñanza fueron muy útiles para esto. La siguiente generación de vietnamitas sería ya incapaz de leer los ideogramas chinos y de comunicarse con los revolucionarios de dicho país.
Desde el punto de vista ideológico se habló mucho de “asociar” a los vietnamitas a la gestión de la colonia, aunque nunca quedase completamente claro en qué consistiría esa “asociación”. Sí, se permitió a los vietnamitas el acceso a la función pública colonia, pero con cuentagotas. Como complemento, los franceses redoblaron sus esfuerzos por introducir la cultura y la lengua francesas en la colonia y afrancesar a los vietnamitas. Esta táctica acaso funcionaría en las colonias africanas; en Vietnam creó una clase culta y admiradora de lo francés, pero la cultura vietnamita era demasiado fuerte como para dejarse sustituir. Sin embargo, todas estas iniciativas francesas a la larga frustrarían a la burguesía vietnamita, que veía como la distraían con cultura y promesas, mientras le negaban lo que más deseaba: el acceso al poder político.
Mirando hacia atrás, los franceses dirían que la década de los 20 del siglo XX fue el momento dorado de la Indochina francesa. Hubo desarrollo económico y mucho optimismo. El arroz, el caucho y el carbón trajeron mucha riqueza; durante esta década Vietnam fue el segundo y tercer exportador de arroz del mundo. También se cultivaron té y café. Se abrieron nuevas tierras al cultivo. Hubo, es cierto, algunos problemas con el nacionalismo vietnamita, pero nada que no pudiera resolverse con unos cuantos encarcelamientos.
Más graves, aunque entonces para el observador superficial no fuesen tan evidentes, fueron los cambios geopolíticos que ocurrieron en esa década. Por la presión de EEUU, en 1925 se vio obligada a firmar con Siam un acuerdo por el que renunciaba a todos sus derechos de extraterritorialidad. En mayo de 1930 firmó con China un Tratado por el que renunciaba a algunos de los derechos abusivos que en cuestiones comerciales, jurídicas y fiscales había ido consiguiendo desde finales del siglo XIX.
¿En qué momento terminó esta época feliz? Para mí fue el 9 de febrero de 1929, cuando el Partido Nacionalista Vietnamita asesinó a Alfred Bazin, director de la Oficina General de Mano de Obra. La persecución policial subsiguiente llevó a que el partido practicase una huida hacia delante: la noche del 10 al 11 de febrero provocó un levantamiento con el amotinamiento de dos compañías de tiradores tonkineses en Yen Bai, al tiempo que agentes suyos tiraban bombas en Hanoi contra edificios simbólicos del poder francés. El levantamiento no prendió y fue aplastado con facilidad. Lo que quedó fue el impacto psicológico.
Como el resto del mundo, la Indochina francesa sufrió las consecuencias de la crisis del 29: descenso en el valor de sus exportaciones, caída en los precios internacionales de las materias primas de las que tanto dependía su economía, fluctuciones monetarias, créditos fallidos, quiebras empresariales, abandono de plantaciones, al no ser ya rentables… La situación económica creó una brecha insalvable entre las élites, que mal que bien fueron saliendo adelante, y los obreros y campesinos que soportaron lo peor de la crisis ante la indiferencia de las élites (¿suena familiar?). Los problemas económicos y sociales fueron acompañados por los inicios del comunismo vietnamita, la presión creciente del militarismo japonés y los problemas causados por la invasión japonesa de China y la guerra civil en el país entre nacionalistas y comunistas.
Paris se sentía perdido: ¿contribuir al esfuerzo bélico chino a costa de alienarse a los japoneses o abstenerse de intervenir para no perjudicar sus relaciones con el Imperio japonés? En las querellas intestinas del Kuomintang chino, ¿tomar partido por Chang Kai Chek o por Wang Ching Wei? ¿Cómo reaccionar ante la ocupación japonesa del archipiélago de las Spratley el 11 de marzo de 1939? ¿Modificar el estatuto de Indochina como le pedía el emperador Bao Dai? La mayor parte de los políticos franceses eran conscientes de que había realizar reformas políticas, pero el ambiente prebélico en Europa no parecía el más adecuado.
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