Emilio de Miguel Calabia el 30 nov, 2023 La UE también juega a la conectividad Si la IFR había cogido al mundo por sorpresa y bastantes habían criticado una cierta indefinición, al cabo del tiempo se hizo evidente que la conectividad era donde uno tenía que estar. La UE lanzó en 2018 su Estrategia de conectividad, bajo el título “Connecting Europe and Asia”. La Estrategia definió las características que debía tener la conectividad defendida por la UE: sostenible, integral y basada en normas. Sus objetivos debían ser una prosperidad reforzada, la seguridad y la resiliencia de los pueblos y las sociedades de ambos continentes. Como objetivos me parece que están un poco a la defensiva. Algunas de las ideas prácticas recogidas en la Estrategia eran: 1) La conexión de la Red Transeuropea de Transporte (TEN-T) con las redes asiáticas; 2) Acuerdos aéreos que abran mercados y promuevan oportunidades de inversión. En estos acuerdos la UE apoyará la descarbonización a largo plazo del transporte aéreo; 3) Apoyar un transporte marítimo limpio y sostenible. Como parte de este apartado, la UE firmará acuerdos de transporte marítimo con países asiáticos en los que prestará atención a la agilización de las formalidades aduaneras y la digitalización de las formalidades y al refuerzo de la seguridad marítima; 4) Apoyo a la iniciativa de una Ley de Ferrocarriles Unificada, presentada por la Comisión Económica de NNUU para Europa; 5) Promoción de la digitalización en Asia; 6) Promoción de plataformas de conectividad energética; 7) Acercamiento entre sociedades civiles mediante medidas tales como la cooperación entre ciudades o los intercambios académicos y de estudiantes. Una Estrategia no es nada si no hay dinero detrás. En este caso, la Estrategia preveía como fuentes de financiación dentro de la UE el NDICI (Instrumento de Cooperación Internacional, Desarrollo y Vecindad), los Fondos de Inversión y Estructurales Europeos (ESIF), el Fondo Europeo para las Inversiones Estratégicas EFSI y la Facilidad Conectando Europa. Fuera de Europa funcionarían la Facilidad de Inversión para Asia Central, la Facilidad de Inversión Asiática y el Fondo Europeo para el Desarrollo Sostenible; este último tiene una ventanilla dedicada a las inversiones en conectividad y en infraestructura sostenible de energía en África y en la Vecindad de la UE. En todo caso, la aportación de capital privado sería necesaria. La Estrategia preveía también el establecimiento de partenariados bilaterales de conectividad. Tal vez el mayor problema de la Estrategia es que fue elaborada al final del período presupuestario. No habría fondos frescos hasta 2021 con la aprobación del Marco Financiero Plurianual. Ello implicaba la necesidad de dar protagonismo y agencia a instituciones como el Banco Europeo de Inversiones, a cambio de perder cierto control sobre la implementación de la Estrategia. Donde se avanzó más fue en la creación de los partenariados de conectividad de los que hablaba la Estrategia. En 2019 se firmó un partenariado con Japón donde se destacaron sobre todo las ideas de sostenibilidad e infraestructuras de calidad; esta última idea se promovería en foros multilaterales tales como el G7 o el G20. Es de reseñar que a estas alturas la idea de calidad había empezado a convertirse en un leit-motiv indispensable para cualquier estrategia de conectividad que se preciase. Incluso China la asumió durante el Segundo Foro de la IFR que se celebró ese año. Como áreas geográficas de interés se mencionaron expresamente los Balcanes Occidentales, Europa oriental, Asia Central, el Indo-pacífico y África. Por áreas temáticas, la que parecía interesar más a ambos era la conectividad digital. Más allá de numerosos puntos en común en las respectivas concepciones de la conectividad, el partenariado tiene más aire de declaración de intenciones comunes que de plan estructurado de conectividad. El otro partenariado de conectividad que se concluyó fue con la India en 2021. Ambas partes suscribieron un concepto de conectividad transparente, viable, inclusivo, sostenible, integral y basado en reglas. Cabe decir que el concepto de conectividad que desde el inicio defendió la UE, es el que ha acabado imponiéndose. Incluso la IFR habla cada vez más en términos que reflejan este concepto. La conectividad basada en las meras infraestructuras no ha resultado viable en el largo plazo. Otros puntos a destacar del partenariado: 1) Las áreas de cooperación identificadas eran la conectividad digital, de transporte, de energía y entre sociedades civiles; 2) El partenariado incluye la cooperación en regulaciones normativas y fijación de estándares; 3) La financiación provendría de entes públicos, pero se ponía énfasis en el papel que el sector privado debería jugar. Realmente nada novedoso. Lo principal era el simbolismo de haber alcanzado un partenariado con un gran Estado que se había mostrado reacio a incorporarse a la IFR y más tarde a la Asociación Económica Integral Regional (RCEP). Otros temas Tags ConectividadUnión Europea Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 30 nov, 2023