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Blogs El bochinche venezolano por Ludmila Vinogradoff

Una capital sitiada

Ludmila Vinogradoff el

Pocas veces una ciudad es sitiada antes de que ocurran los enfrentamientos violentos como es el caso de Caracas, cuyas entradas principales fueron bloqueadas este fin de semana con pesados contenedores de hierro para impedir el paso de supuestos enemigos de la revolución chavista o del coronavirus en plena cuarentena.

Los contenedores bloquean el acceso a Caracas desde la autopista de La Guaira en el mar Caribe.

El régimen de Nicolás Maduro, que ahora en mayo cumple 16 meses de haber usurpado la Presidencia de Venezuela, ordenó cerrar el acceso al Distrito Capital, sin dar explicación alguna de su decisión lo que ha indignado a propios y extraños por la molestia causada.

Por lo general “un asedio o sitio es un bloqueo militar prolongado a una posición, que suele ir acompañado del asalto a esta, con el objetivo de su conquista mediante la fuerza o el desgaste”, dicen en Google. Ninguna de estas premisas se dan en el caso de la capital venezolana pero las autoridades militares las imponen arbitrariamente.

En el fondo Maduro se muestra temeroso de que fuerzas liberadoras entren a sacarlo del cargo al cual se aferra pese al ultimátum que le ha dictado la justicia de lo Estados Unidos para que se entregue voluntariamente o de lo contrario lo capturarán para cobrarse 15 millones de dólares por su cabeza.

Por lo visto Maduro, y sus 14 compinches más buscados por narcoterrorismo, se atrinchera en Caracas donde cuenta con 17 kilómetros de túneles estratégicos bien pertrechados para esconderse y no se muestra dispuesto a negociar una salida honrosa. Esta sería una explicación al sitio forzoso de la ciudad. Nadie puede entrar o salir sin un salvoconducto emitido por las autoridades del régimen.

Y la clave de lo que está ocurriendo quizá lo aclara el Comisionado Especial de Seguridad e Inteligencia, Iván Simonovis, quien advirtió sobre los peligrosos escenarios que enfrenta Venezuela.

En el país pueden ocurrir un estallido social o una implosión armada y en el segundo caso asegura que es evidente que el personal subalterno de Policías y Fuerza Armada no soportan más. “Hay una rebelión silente, la cual mientras más contenida sea, más explosiva será”.

“A los Comisionados de Policía y Coroneles a quienes les otorgaron la responsabilidad de supervisar y controlar a los subalternos les digo que están sobre un volcán cuya lava emergerá desde las entrañas del descontento y la frustración. Piensen en sus familias y en ustedes mismos”, pronostica Simonovis.

El comisionado sostiene que aunque el régimen intente controlar los focos de descontento social, no podrá con una implosión armada que actúe con convicción y coraje. “Es imposible controlar las vísceras de un hombre armado cuando hay hambre y deseos de libertad. Lo que viene es imprescindible e indetenible”, puntualizó.

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