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Blogs El bochinche venezolano por Ludmila Vinogradoff

El coronavirus de doble filo

Ludmila Vinogradoff el

La pandemia del coronavirus ha causado estragos en el mundo entero pero para Nicolás Maduro ha sido un salvavidas que le ha permitido ganar tiempo para aferrarse al poder en medio de la peor tragedia que haya vivido Venezuela.

Si en algo se ha destacado el usurpador de la Presidencia es en convertir la desgracia y la adversidad en algo a su favor como esta pandemia. Sabe que más del 86% de los venezolanos no lo quiere pero hace lo imposible y lo indecible para no soltar el poder y continuar mandando contra la voluntad de la mayoría nacional e internacional, que le pide su renuncia y deje el cargo.

Ahora que se han disparado los contagios de manera masiva y alarmante (van cerca de 16.000 infectados y 180 fallecidos) desde que se declaró el estado de alerta el 13 de marzo, Maduro ha radicalizado la cuarentena absoluta. Se siente a sus anchas imponiendo un encierro total. Si pudiera extendería la cuarentena hasta abril del próximo año como ha trascendido en informes publicados en las redes.

Desde hace cinco meses los venezolanos no pueden movilizarse, solo salen para hacer mercado y comprar medicina. La pandemia ha profundizado la crisis económica y de servicios públicos. No hay gasolina, ni gas, ni alimentos ni medicinas con una hiperinflación de más de 3.000%. La economía decrecerá este año 26% del PIB según la CEPAL, la mayor caída de América Latina, De hecho el primer trimestre registró una caída de 25%.

Maduro ha engañado con las cifras de la pandemia. Nadie le cree. Cualquier cifra oficial esconde ocho veces menos de la realidad, dicen los epidemiólogos. Ha centralizado los test y pruebas rápidas en dos laboratorios que dan resultados 9 días después de recibidas. Muchos infectados se mueren antes de recibir los resultados positivos de sus pruebas.

Ahora los 45 hospitales públicos han colapsado. No tienen camas disponibles ni material sanitario para atender a los pacientes. Las 20.000 camas ofrecidas son una quimera.  Las clínicas privadas también están al tope de pacientes asegurados.

Y mientras prepara 1.200 camas de un hospital de campaña militar que está instalando en el Poliedro para atender a los asintomáticos les pide a los curas y monjas que presten las iglesias y los conventos para alojar a los infectados. Igual a los hoteles y residencias estudiantiles.

Mientras la población se enferma y agoniza de mengua Maduro se aferra más al poder. El Covid-19 le permite reprimir a los venezolanos que salgan a la calle, los maltrata y estigmatiza a los emigrantes retornados, llamándolos “bioterroristas” a los que los ayudan a cruzar las fronteras terrestres.

También cierra los vuelos humanitarios como si bloqueando las fronteras aéreas, terrestres y marítimas pudiera impedir la entrada del coronavirus. La información del Covid-19 es un secreto de Estado. 

A la tiranía no le importa la agonía de la población (96% de pobreza) ni que coma basura. Lo único que le importa es usufructuar, saquear la riqueza y mandar sobre la ruina y los escombros que va dejando la destrucción. En los siete años que lleva su desgobierno la economía ha acumulado un decrecimiento de 82% en el país que era el más rico de la región.  

El hospital de campaña en el Poliedro de Caracas
Unas 900 camas en las carpas militares
Unas 300 camas dentro del Poliedro
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