La Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire (PAPEA) superaba no hace muchos meses la espectacular cifra de los 200 000 saltos. La importancia de este hecho, además de por lo abultado del número, radica en que todos estos saltos han sido protagonizados por tan solo noventa y tres paracaidistas a lo largo de toda la historia de la patrulla, desde su creación, allá por el año 1978.
Se trata de la más antigua de las patrullas de nuestro Ejército del Aire. Le seguirían en el tiempo la Patrulla Águila, fundada en 1985, y la Patrulla Aspa de helicópteros, que empezó a volar en 2004. Ni siquiera el COVID-19 ha sido capaz de detener la actividad de estos acróbatas del paracaidismo. Es cierto que las exhibiciones en festivales, campeonatos y eventos sí que se postergaron en un primer momento hasta la llegada de tiempos mejores, pero los entrenamientos, la instrucción y el adiestramiento, manteniendo por supuesto todas las medidas sanitarias, han tenido en todo momento continuidad, con el fin de estar siempre preparados para afrontar nuevos retos.
Para encontrar la fecha clave del paracaidismo español hay que remontarse al 23 de enero de 1948. Aquel día en la Escuela Militar de Paracaidismo (Base Aérea de Alcantarilla) doce audaces comandados por el capitán Ramón Salas Larrazábal realizaron su primer salto al vacío y consiguieron tocar tierra sin novedad, no sin sortear todo tipo de adversidades. No en vano, así se escriben las gestas más gloriosas de nuestra aeronáutica.
El diario de operaciones de la Escuela Militar de Paracaidismo correspondiente a aquel día dice lo siguiente:
“El cielo aparece nublado y sopla viento del suroeste de 11 km racheado; alguna vez alcanza los 25 km de velocidad; la humedad es del 63% y la presión 995 milibares. No es aconsejable realizar el lanzamiento, según las experiencias de la escuelas extranjeras, pero el entusiasmo supera todos los obstáculos y la ilusión puede más que el temor. La falta de fe y las dudas desesperanzadoras quedaron atrás. Y se salta. El JU-52 despega a las 09:00 horas de la mañana.
Como jefe de salto va el capitán Salas, con sus dos saltos hechos en Argentina; abajo, en la zona de lanzamientos, quedan el teniente Villamil y el brigada Corral, ambos con ocho saltos también en Argentina.
A las 09:15 horas salta el primer oficial, capitán Echevarría, y a las 09:30 lo han hecho los nueve primeros. Hay una pausa mientras se vuelven a plegar tres paracaídas para los tres oficiales restantes, que a las 12:00 horas saltan desde el incómodo Savoia-81, porque al Junker se le ha averiado un motor.
Casi todos caen lejos del lugar previsto, algunos entre olivos. Las tomas de tierra son violentísimas y al comprobar sus erosiones y magullamientos, aquellos primeros paracaidistas piensan que si la empresa no será superior a sus fuerzas”
Luego vendrían otras hazañas, como la conseguida el 12 de enero de 1952 por el teniente Abajo al realizar el primer lanzamiento en paracaídas en apertura manual desde una altura de 1000 metros. Con ella se daría inicio en España a la modalidad de salto en caída libre.
El pasado mes de septiembre, el primer equipo de la PAPEA se imponía por quinto año consecutivo en el Campeonato de España de Paracaidismo de Vuelo en Formación (VF4), en su XLII edición celebrada en Castellón. El segundo equipo obtuvo el subcampeonato, revalidando así ambas formaciones los títulos conseguidos en la pasada edición. Pentacampeones de España los nuestros, gesta que también consiguieron a principios de año en la modalidad de Vuelo en Formación Indoor (túnel de viento).
Con este nuevo oro, los componentes de la PAPEA conformarán una vez más la Selección Nacional que representará a España en el 25º Campeonato Mundial de Paracaidismo, que se celebrará en Arizona (EEUU) en 2022. Y harán lo propio en los próximos campeonatos del Mundo de VF-4 en Caída Libre y el Túnel de Viento, en Tanai (Rusia) y en Charleroi (Bélgica).
Pasan los años y la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire no deja de cosechar éxitos. Aquellos pioneros que se atrevieron a llevar a cabo audacias que desafiaban en muchas ocasiones a la cordura pueden estar orgullosos de los que con el transcurrir de los años les han ido sucediendo.
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