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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

La muerte de Luigi Tenco

La muerte de Luigi Tenco
Álvaro Alonso el

Luigi Tenco se quitó la vida a los veintiocho años con una pistola en la habitación 219 del hotel Savoy de San Remo en la noche entre el 26 y el 27 de enero de 1967, aún no concluido el festival donde acababa de subirse al escenario junto a Dalida, la diva de origen egipcio con la que participaba cantando “Ciao, amore, Ciao”. Dalida, amante de Luigi, intentó hacer lo mismo un mes después, pero una camarera la encontró aún con vida en un hotel de París. Se cerraba así del modo más trágico y oscuro la controvertida palabra de uno de los cantautores italianos más emblemáticos de los años sesenta.

De aquel decenio (1960-67) que va del milagro económico a los primeros brotes de la contestación estudiantil, que acabará con la caída del gobierno de Tramboni, Tenco encarna a flor de piel la contradicción más profunda y lacerante, a la vez que el fermento más vivo y fecundo, expresado en un cancionero de apenas un centenar de canciones y solamente tres álbumes, no siempre a la altura de lo que en directo podía dar de sí su talento lírico y compositivo.

Luigi Tenco retrata la sociedad italiana de aquellos años, el universo de la canción popular, oscilando estilísticamente entre el existencialismo decadente y el jazz-pop de cámara, influenciado por el folk americano menos que por el de la “línea gala”, através de una melancólica y desconsolada resignación y una obsesiva ansia de subversión y renovación íntima.

Sus versos, poco convencionales para el puritanismo de la época, mezclan el soliloquio alucinado con el intimismo desnudo y esencial, una suerte de poesía crepuscular de las pequeñas cosas cotidianas donde prevalece la inventiva a veces burbujeante, a veces desesperada, y donde se nos presentan personajes conflictivos, en ocasiones antisociales, antesala de aquellos “héroes” atormentados y malditos del rock alternativo, justamente aquellos que lo identificarán como pionero y a quien rendirán luego homenaje, no así tanto los cantautores “militantes” de los años setenta. Con excepciones: Aquí puede verse a Serrat, junto a Gino Paoli, al final de la grabación en la que cantan “La mujer que yo quiero”, atacando por estrofas “Ho Capito che Ti Amo” de Luigi Tenco.

Luigi Tenco nace el 21 de marzo de 1938 en Cassine, provincia de Alejandría, en un escenario rodeado de misterio: el señor Giuseppe Tenco, muerto seis meses antes en circunstancias no del todo claras, no es en realidad el verdadero padre. La paternidad, nunca reconocida legalmente, era de un joven que tras la guerra se había dedicado a ser abogado y que murió en 1984.

En 1948 la familia se traslada a Génova, donde Tenco frecuenta el Liceo Científico mostrando ya una particular inclinación por el jazz, el sonido del piano y el clarinete además del saxofón, con un grupo de amigos que acabarán siendo famosos en el decenio siguiente (entre otros, Lauzi, Gino Paoli, De André). Sus ídolos de la época son Jerry Roll Morton, Chet Baker, Gerry Mulligan y Paul Desmond.

En calidad de instrumentista entra a formar parte de la banda que gira en 1958 por Alemania de Giorgio Gaber y Adriano Celentano. Poco después monta junto a su amigo Gino Paoli el grupo I Diavoli del Rock. Gracias a Gianfranco Reverberi entra como músico de estudio en la disquera Ricordi y, poco a poco, casi contra su voluntad (“nunca pensé en ser cantante”, reconocería más tarde), realiza su primer single a 45 rpm, todavía sin ser de su propia cosecha. Se trata de “Giurami Tu”, con unos arreglos orquestales de Reverberi dignos de Henry Mancini. Realiza versiones de standars del rock & roll como “Vorrei Sapere perché” (“Rock Around The Clock” de Bill Haley) o “Amore” (Gene Vincent).

Al calor de la popularidad del nuevo formato de 45 rpm, publica nuevas canciones como “Quando”, que le otorga una cierta notoriedad, aun mostrando ese exceso de figura retórica sublimada propia de la tradición amorosa de los años 50, una marca de fábrica que vendrá a ser un estilo inconfundible, con elegantísimos y melancólicos arreglos de cámara, donde no falta la flauta travesera. “Quando” se eleva a las alturas de una nueva escuela, la de la “canción genovesa”, junto a “Il Cielo In Una Stanza” (1960)  y “Senza Fine” (1961) de Gino Paoli y “Il Nostro Concerto” de Umberto Bindi (1960). Más compleja en estructura resulta “Una Vita Inutile”, construida sobre fragmentos de jazz y armonías que remiten a Jacques Brel, un primer acercamiento al problema existencial de un joven que se siente ajeno por completo al boom económico y su optimismo vital. Solo y perdido, el protagonista contempla el fondo oscuro de la caída en el mar de la condición humana, donde “alguno” deviene “ninguno”.

Otras composiciones de esta primera época de Luigi Tenco son de un lánguido exotismo, así “In Qualche Parte Del Mondo” y en “Ti Ricorderai”, una mezcla de cool jazz con crecendo orquestal de violines. El ambiente de night-club se cuela de fondo entre cadencias latinas en “I Mei Gorni Perduti”, mientras en “Se Qualcuno Ti Dirà” la chançon se encuentra con los aires jazzísticos del saxofón.

1962 es el año en Italia del primer gobierno de centro izquierda, de la crisis de Cuba, del Concilio Vaticano II y del suicidio de Marilyn. Podría haber sido el año de Luigi Tenco, aunque en realidad la tentativa de convertirlo en la voz más original salida después de la primera generación de cantautores no alcanzará a reportarle más que una creciente notoriedad.

En verano debuta como actor protagonista en el film “La Cuccagna”, dirigido por Luciano Salce, donde interpreta un papel casi autobiográfico: los fantasmas personales de un joven cantautor. La obra mezcla elementos de comedia con otros sacados de la Nouvelle Vague, y cuenta con banda sonora de Ennio Morricone. Éste regala al cantautor dos de las mejores composiciones de toda su carrera, “Quello Che Conta” y “Tra la Gente”, ambas escritas junto al director Luciano Salce. En la banda sonora se incluye también una canción del todavía desconocido joven genovés Fabrizio De André, “La Ballata Dell´ Eroe”.

Aun tratándose de canciones ajenas, las interpretaciones de Tenco son intensas y personales, hasta el punto de no desentonar de lo mejor de su producción propia. La película se estrena en octubre y a las pocas semanas Ricordi edita el primer elepé del genovés, titulado simplemente Luigi Tenco, que más que una ópera prima es un compendio de todo el material editado anteriormente en formato 45 rpm.

Destacan canciones como “Cara Maestra”, donde bajo el influjo de la ironía irreverente de Brassens, Tenco arremete contra la sociedad clasista de la época mediante viñetas de una gran eficacia expresiva; y, sobre todo, “Mi Sono Inamorato Di Te”, una cantata al piano que anuncia el que va a ser su sello más personal como cantante.

El debut discográfico en formato grande de Tenco queda eclipsado por los problemas con la censura de la RAI cuya comisión no permite la difusión de tres de las canciones de su primer disco ni en radio ni en televisión en los siguientes dos años (“Cara Maestra”, “Una Brava Ragazza” y “Io Sì”). Tenco rompe el contrato que lo liga a Ricordi y en mayo de 1965 publica su segundo larga duración para la disquera Jolly.

Este segundo disco supone un enorme paso adelante, un trabajo elegante y elaborado, construido sobre fastuosos arreglos de cuerda. En él confluyen las melodías populares, armonías clásicas y ritmos jazzísticos, atmóferas lánguidas, confidenciales, decadentes, a veces líricas, que abandonan la crítica social para concentrarse en una obsesiva y errática introspección personal.

Musicalmente supone el punto más alto en la corta carrera del cantante piamontés. Estilísticamente, un compendio de las influencias más significativas asimiladas hasta aquel momento. El pop-jazz de Burt Bacharach y la chançon francesa están presentes en canciones estremecedoras como la ya mencionada arriba “Ho Capito Che Ti Amo”  o “Quasi Sera”La melancolía, tan intensa en la voz de Tenco ,se hace patente en “Com´è Difficile”, al tiempo que adelantándose a Nick Cave se hace eco del estilo cavernoso de un Lee Hazzlewood en “Io Lo So Già”.

En tal paisaje sonoro aparece de pronto la que será una de las canciones clásicas de su repertorio, una de las pocas de Tenco que la gran Mina eligió para cantar ella misma. “Vedrai, Vedrai”, también interpretada por Ornella Vanoni y Mia Martini, es una vibrante composición entre Pasolini y Freud, una confesión pagana en la que afloran a partir de elementos retóricos la contradicción en el corazón del artista y del hombre: la fragilidad, el orgullo, el sentimiento de culpa, un torbellino en el que se mezclan descontrolados el pesimismo y la esperanza y que, a la vista del fatal desenlace, son vistos hoy día aun como un deslumbrante presagio. Profético es también “Ragazzo mio”, testamento espiritual y manifiesto del idealismo del artista que se ve superado por la desilusión. Termina esta obra maestra con la remarcable “Se Potessi Amore Mio” (una de las canciones que nunca se olvida de interpretar en vivo Vinicio Capossela), que ahonda de manera simple y coloquial en los sentimientos y las emociones frustradas por el peso de la cotidianeidad.

A finales de 1965 Italia es un hervidero de grupos de jóvenes que quieren imitar a los Beatles: I Corvi, I Nomadi, Rivelli, Equipe 84, Rokes, que incorporan a su repertorio sobre todo versiones de temas extranjeros, en su mayoría franceses, británicos y americanos.

Luigi Tenco es uno de los primeros en fijarse en el genio de Duluth, y así realiza con la ayuda de Mogol su particular versión de “Blowin´in The Wind” (“La Risposta è Caduta Nel Vento”).

El proyecto de Tenco, que en 1966 vuelve a cambiar de sello firmando para RCA, se revelará discontinuo y fragmentario por varias razones. Reescribe y adapta “It´s A Man´s Man World” de James Brown (“Mondo Di Uomini” cantada por Lucio Dalla) e inspira y promueve un manifiesto programático increíble, sin parangón, por una música beat más libre, innovadora y atenta a los problemas sociales. Un esfuerzo por reconducir la llamada “música ligera” hacia lo que luego acabará siendo –dándole finalmente la razón-, una suerte de la todavía germinal canción protesta.

Se publica el que será el tercer y último elepé del piamontés, con el lacónico título de Tenco. Puede verse este último disco como un periodo de transición hacia un lugar que desgraciadamente ya nunca podremos considerar. La diversidad estilística en este caso juega en su contra, y en general las canciones son de inferior calidad. Sin embargo, brillan piezas como “Lontano, Lontano”, un lieder moderno con piano, órgano y contrabajo, o “Un Giorno Dopo L´altro”, acerca del inexorable paso del tiempo. Tenco sorprende en un estilo cercano al Barry Mc Guire de “Eve of Destruction”, cantando “Io Sono Uno” entre clavecines que recuerdan a Left Banke. La dylaniana “E Se Ci Diranno” se convierte en un himno a la desobediencia civil en clave folk-rock (también interpretada por Ornella Vanoni). El giro estilístico de Tenco se hace mucho más intenso en temas como “Ognuno è Libero”, cerca incluso del sonido garage, o el merseybeat “Ma Dove Vai”.

Convertido en estandarte de la naciente revuelta estudiantil, Luigi Tenco toma una decisión de imprevisibles consecuencias. Decide participar en la decimoséptima edición del Festival de San Remo, una decisión que parece la consumación de un destino trágico implacable. Su última composición, de una gran lucidez, es “Ciao, amore, ciao”, uno de sus textos más poéticos, que gira en torno a la emigración.

La vida se acaba para él cuando dispara un revólver Walther ppk calibre 7, 65. Las tres compañías discográficas se lanzaron de inmediato a una carrera grotesca por lanzar al mercado sendas antologías del artista piamontés (cinco Ricordi, dos la RCA y una Jolly/Joker). En 1972 Amilcare Rambaldi crea el Club Tenco, de gran importancia a resultas del premio anual que durante más de treinta años ha ido descubriendo y reconociendo artistas italianos de la talla de De André, Conte, Guccini, Gaber, Jannacci, Baustelle; y otros internacionales (Ferré, Brassens, Cohen, Brel, Newman, Mitchell, Donovan, Cave, Waits, Cale).

Al día siguiente de ser encontrado el cuerpo sin vida de Luigi Tenco, Fabrizio de André escribió la impresionante “Preghiera in Gennaio”, dándole a su viejo amigo el puesto que le corresponde en el paraíso.

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