Por Adrián Segovia Navarro, estudiante del Máster de Neurociencia de la UAM
Un suplemento de omega-3 (ácido docosahexaenoico) y omega-6 (ácido araquidónico) mejora la función visual en bebés extremadamente prematuros, es decir, nacidos antes de las 28 semanas de edad. Además, también reduce la aparición de enfermedades oculares y aumenta el desarrollo del sistema visual y de la corteza visual, según un estudio publicado en la revista The Lancet Regional Health Europe.
La investigadora Pia Lundgren de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, lideró un estudio pionero que informó sobre el seguimiento oftalmológico de casi 150 niños nacidos extremadamente prematuros, durante sus primeros 2,5 años de vida, utilizando este suplemento. De hecho, esta investigación sentó las bases para implementar un sistema especializado de cuidado para bebés nacidos con tanta prematuridad en las unidades de pediatría suecas.
Los bebés nacidos antes de las 28 semanas de gestación tienen un riesgo elevado de desarrollar retinopatía del prematuro, una enfermedad que pone en peligro la visión y puede provocar trastornos oftalmológicos en la infancia. La retinopatía del prematuro ocurre cuando crecen vasos sanguíneos anormales en la retina, la capa de tejido sensible a la luz ubicada en la parte de atrás del ojo.
En casos graves de retinopatía del prematuro, los problemas visuales pueden llegar a extenderse a la corteza visual y causar discapacidad visual. Incluso sin retinopatía del prematuro previa, los niños nacidos extremadamente prematuros suelen experimentar problemas oftalmológicos con más frecuencia, como por ejemplo una menor agudeza visual en comparación con los niños nacidos a término.
Los omega3 y 6, al rescate
Los ácidos grasos omega-3 y 6 desempeñan un papel crucial en el desarrollo adecuado de varios órganos, incluyendo los ojos y el sistema visual en su totalidad. Por esta razón, se llevaron a cabo estos estudios utilizando un suplemento específico con omega-3 (ácido docosahexaenoico) y omega-6 (ácido araquidónico) en niños nacidos antes de las 28 semanas de edad.
Este estudio se llevó a cabo después de una reciente investigación sueca llamada Mega Donna Mega, realizada en la misma universidad por la investigadora Ann Hellström en 2019. En ese estudio, se administró el mismo suplemento a lactantes extremadamente prematuros y se concluyó que reducía en más de un 50% la aparición de la retinopatía del prematuro. En otras palabras, el suplemento con omega-3 y 6 reducía a la mitad la probabilidad de que el bebé desarrollara una enfermedad ocular que podría afectar su capacidad visual.
No obstante, este estudio contrasta con una revisión realizada por el investigador Moon del hospital Princess Margaret en Australia. En su trabajo, publicado en la base de datos Cochrane, observó que la suplementación con los mismos omega-3 y omega-6 no ayudaba a mejorar los resultados visuales de bebés nacidos antes de las 37 semanas. De hecho, la propia Pia Lundgren destaca la importancia de realizar estudios adicionales, ya que la tasa de seguimiento de las familias no fue muy alta y los datos no son del todo sólidos. A pesar de ello, según el estudio de Shulkin, publicado en el Journal Nutrition, se informó sobre efectos positivos de la suplementación con los mismos ácidos grasos tanto en el desarrollo como en la agudeza visuales tras varios meses de edad. De manera similar, O’Connor, en su investigación publicada en Pedriatrics, también informó sobre efectos positivos de la suplementación con estos ácidos grasos.
¿Por qué?