Por Adrián Segovia Navarro, Alumno del Máster en Neurociencia de la UAM
Concepción Lillo dirige el laboratorio de Trastornos degenerativos del sistema visual en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León. Con su grupo de investigación quiere desentrañar los mecanismos celulares y moleculares involucrados en trastornos degenerativos del sistema visual como la degeneración macular asociada a la edad y la retinosis pigmentaria.
Además, es una divulgadora científica apasionada y autora del libro “Abre los ojos”, en el que, entre otras cosas, desmiente bulos y desinformación sobre la ciencia visual. Su activismo en redes sociales y participación en programas de de radio y televisión evidencian su compromiso con la divulgación científica.
¿Qué líneas de investigación desarrolla en su laboratorio?
Trabajamos con modelos celulares para estudiar la degeneración macular asociada a la edad, una patología de retina común en personas mayores de 60 años. Nuestra principal línea de investigación se centra en ensayos de terapias y fármacos con el objetivo de encontrar estrategias para frenar el avance de la enfermedad o reducir sus efectos en las células afectadas.
En el ámbito del estudio de la retina ha trabajado con distintos modelos experimentales a lo largo de su carrera, primero en Salamanca con peces teleósteos, posteriormente en EEUU con modelos de roedores y de vuelta en España con material humano. ¿Cuál cree que ha sido el modelo experimental más interesante para usted?
Me resultan especialmente intrigantes los modelos animales como los peces teleósteos, ya que poseen capacidades visuales notablemente diferentes a las humanas, pero también ofrecen perspectivas esperanzadoras. Estos peces, tanto de agua fría como marinos, exhiben una capacidad asombrosa de regeneración del sistema visual, algo ausente en nosotros y en otros vertebrados convencionales, como ratones. A pesar de muchos años de investigación, aún estamos descubriendo pistas sobre por qué estos peces pueden regenerar casi por completo su sistema visual tras cualquier lesión. Investigamos a nivel celular y molecular para comprender los mecanismos que les permiten regenerar efectivamente los axones y restablecer la conexión funcional en el cerebro. Aunque queda mucho por descubrir, este enfoque podría proporcionar claves para aplicar potencialmente estas capacidades regenerativas a vertebrados como los ratones o incluso a los humanos en el futuro.
El ojo es un órgano muy evolucionado, pero ¿cómo surge el ojo en la evolución?, ¿cuál fue el primer animal que tuvo algo parecido a un ojo?
No contamos con registros fósiles claros, pero al observar animales actuales, puedo inferir que el primer animal desarrolló un sistema visual simple en las células de su piel para percibir luz y sombras. Esta adaptación le otorgó ventajas evolutivas, permitiéndole reaccionar a cambios luminosos, escapar de depredadores y comprender su entorno. Con el tiempo, estas células se protegieron internamente en el organismo, conservando el acceso a la luz. En la actualidad, varios seres vivos, incluyendo los humanos, comparten estructuras visuales similares adaptadas a su entorno, facilitándoles comprenderlo y adaptarse para cumplir diversas funciones. En resumen, los sistemas visuales se ajustan a las necesidades de supervivencia de cada especie en su entorno específico.
Hay una enorme variedad de sistemas visuales. Si hiciera un top-5 de las especies con los más increíbles, ¿cuáles incluiría?
En mi opinión, el camarón mantis destaca por sus increíbles capacidades visuales, como su visión binocular y ojos móviles con 16 tipos de fotorreceptores, percibiendo colores inabarcables para nosotros. También distingue la luz infrarroja y la radiación ultravioleta, así como la polarización de la luz. Otros animales fascinantes incluyen la araña pavo real, con colores vibrantes y un cortejo de apareamiento basado en el movimiento de su abdomen multicolor, peces con cuatro ojos adaptados para ver tanto fuera como dentro del agua, y aves rapaces con una agudeza visual extraordinaria, capaces de detectar movimientos a tres kilómetros de distancia.
Vivimos rodeados de tecnología y de dispositivos inteligentes ¿cree que sería posible implantar un chip que nos permita ver más de lo normal o incluso curar enfermedades incapacitantes?
Actualmente se están desarrollando sistemas como el ojo biónico, que utiliza microchips para activar las células de la retina en personas que han perdido completamente la visión debido a la pérdida de fotorreceptores. Su funcionalidad se limita a aquellos que han perdido por completo su capacidad visual. Implantar un microchip implica perder el resto de la visión, ya que activa células distintas a los fotorreceptores. A pesar de sus limitaciones, la tecnología del ojo biónico es un desarrollo significativo en laboratorios biotecnológicos para ayudar a personas con pérdida visual grave.
¿Podría proporcionar ejemplos de factores que alteren la interpretación de los estímulos visuales, a pesar de que todos compartimos las mismas células en nuestro sistema visual?
Diversas condiciones visuales afectan a cómo percibimos el color, destacando el daltonismo como ejemplo común. En este trastorno genético, un tipo de células de la retina, los conos, responsable de percibir colores no funciona correctamente, alterando la visión de las personas, ya sea con colores modificados o en blanco y negro. Además de los defectos genéticos, quienes usan gafas por problemas como la miopía, también experimentan una percepción visual única. Estos ejemplos subrayan la diversidad de cómo las personas ven el mundo y la importancia de comprender que cada individuo tiene una perspectiva única basada en factores genéticos, ambientales y culturales. Aunque aceptamos fácilmente diferencias en otros sentidos, como el oído y el olfato, a veces nos cuesta aceptar que algunos ven el mundo de manera diferente, olvidando que nuestra visión moldea nuestra realidad.
Todos sabemos que está ahí, pero nadie se plantea que pudiera servir para algo o mayor aún, que pudiera estar seleccionado evolutivamente. Hablo de la esclerótica, coloquialmente conocida como el blanco de los ojos. ¿Qué función podría desempeñar y cómo se ha podido seleccionar evolutivamente?
La evolución del sistema visual es un tema complejo y aún no conocemos todos sus detalles. Incluso Darwin y Santiago Ramón y Cajal pensaban que el ojo era perfecto, a pesar de sus defectos evidentes. La esclerótica, esa parte blanca en el ojo humano, es única en el reino animal y se cree que está relacionada con nuestra naturaleza social. Nuestra atracción por las caras, especialmente los ojos, se debe a este marco blanco, que destaca en nuestra cara y nos lleva a dirigir la mirada al iris. Evolutivamente, la interacción visual basada en gestos y expresiones faciales ha sido crucial para nuestra sociabilidad, y el blanco alrededor de nuestros ojos, la esclerótica, desempeña un papel fundamental en dirigir nuestra mirada hacia los ojos de los demás.
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