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Blogs Ventana al cerebro por Cátedra en Neurociencia

Un circuito cerebral alivia el dolor con la eficacia de los opioides

Produce potentes efectos analgésicos en ratones y es una alternativa prometedora para desarrollar una nueva clase de analgésicos

Un circuito cerebral alivia el dolor con la eficacia de los opioides
Cátedra en Neurociencia el

Por Alejandro Hernández Seco, alumno del Máster en Neurociencia de la UAM

Un circuito cerebral que controla el dolor en ratones es capaz de generar el mismo alivio que producen los opioides, sin crear adicción y sin perder eficacia con el tiempo (tolerancia). Esta función totalmente inesperada la han descubierto investigadores de la Universidad de Chicago, liderados por  Daniel McGehee, profesor de anestesia y cuidados críticos de la universidad de Chicago. El hallazgo ha sido publicado en la revista Neuron en septiembre de 2023.

Se trata de una vía de señalización alternativa en el cerebro de ratones que alivia el dolor, incluso en animales que han desarrollado tolerancia a los opioides. El estudio, también demostró que el alivio del dolor a través de esta vía no creaba síntomas de abstinencia después de suspender el tratamiento y no activaba los sistemas de recompensa, lo que limita el riesgo de adicción.

La Acetilcolina fue el primer neurotransmisor descubierto. Está ampliamente distribuida en el sistema nervioso central, particularmente implicada en los circuitos de la memoria, la recompensa, los circuitos extrapiramidales (movimiento), en el sistema nervioso periférico y en el sistema nervioso autónomo. Los niveles de este neurotransmisor están alterados en la enfermedad de Alzheimer y en el Parkinson.

La activación de este circuito produce la liberación de un neurotransmisor llamado acetilcolina. Este neurotransmisor es clave en multitud de procesos como la atención y la memoria y se ve alterado en patologías como la enfermedad de Alzheimer. Hasta ahora el papel de la acetilcolina en la regulación del dolor no era bien conocido.

Biomarcador del dolor

En teoría, la acetilcolina debería producir un aumento en las señales de dolor, sin embargo, después de un pico de actividad, paradójicamente produce una inactivación prolongada de las señales de dolor, generando un efecto analgésico duradero.

Esto sorprendió incluso a los propios investigadores:

“Fue un resultado enorme y extremadamente inesperado. La inhibición persistente no estaba en nuestro radar en absoluto” señaló McGehee.

Además, los investigadores encontraron que hay neuronas de este circuito cuyo nivel de actividad se correlaciona con el nivel del dolor que experimenta el ratón. Este hecho podría utilizarse para monitorizar el estado de dolor de un organismo: “Estas células reflejan el nivel de dolor, lo que las convierte en un importante biomarcador”.

Nuevos fármacos para tratar el dolor

Cuando se produce dolor, el circuito que libera acetilcolina se inactiva, por lo que los fármacos que reactivan este circuito tienen un gran potencial para actuar como analgésicos. La existencia de fármacos ampliamente utilizados para modificar los niveles de acetilcolina, como los tratamientos de la enfermedad de Alzhéimer, permiten que se puedan realizar ensayos clínicos más rápidamente para comprobar su utilidad para el tratamiento del dolor en humanos.

La gran ventaja es que la aplicación de fármacos que actúan sobre esta vía no produjeron los efectos negativos de los opioides. Los ratones no mostraron comportamientos de adición ni síntomas de abstinencia, esto se debe a que la activación de esta vía no activa los circuitos de recompensa del cerebro.

El uso de opioides para paliar el dolor puede generar tolerancia, además de efectos secundarios como estreñimiento o depresión respiratoria. La tolerancia hace que los pacientes necesiten cada vez mayor dosis para conseguir el mismo efecto analgésico. Sin embargo, la estimulación prolongada de la vía de la acetilcolina no produjo una disminución de la efectividad para tratar el dolor. Incluso aquellos ratones con tolerancia a los opioides tuvieron los mismos efectos analgésicos, ya que la acetilcolina funciona por una ruta distinta a la de los opioides. Este hecho podría ser de gran utilidad en el tratamiento del dolor crónico.

El hallazgo llega durante una grave epidemia de opioides en los Estados Unidos que ha tenido un impacto devastador en muchas personas y comunidades. Los opioides tienen un gran potencial terapéutico, pero sus efectos negativos hacen imprescindible que su uso deba ser supervisado y evaluado por un profesional sanitario. En EEUU, su empleo inapropiado ha llevado a un gran aumento de sobredosis y muertes, según el CDC. Por lo que el desarrollo de fármacos alternativos para tratar el dolor se ha convertido en una gran necesidad.

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Hay un lugar en el cerebro de donde surgen los ¡ay! Y Ahí es precisamente donde nos duele. Es un lugar recóndito, denominado ínsula, un nombre que, según el diccionario de la RAE, hace referencia a “un lugar pequeño o gobierno de poca entidad, a semejanza del encomendado a Sancho en el Quijote”. Sin embargo, a diferencia de la ínsula Barataria de Cervantes, esta del cerebro cada vez atrae más atención de los investigadores.
 

 

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