Dovizioso le ganó en la última curva hace unas semanas. Rins le derrotó hace unos días en Inglaterra al entrarle por el interior y vencerle por unos centímetros. Rápido salieron los buscadores de papel amarillento sensacionalista a decir que Marc Márquez ya no gana los duelos. ÉL, QUE LES HA VENCIDO A TODOS EN TANTOS FINALES. ÉL, que ha enfadado a muchos por su agresividad para alcanzar las victorias.
Es una forma de buscar la noticia donde no la hay. Porque hablemos claro: Marc es tan superior que los rivales se aburren y hay que encontrar un punto débil para intentar frenar su hegemonía. El Mundial de MotoGP tiene un campeón indeleble, Márquez, como Valentino lo fue a principios de siglo con Honda.
Los que saben de motociclismo tienen claro que Marc ha sido segundo dos veces seguidas y ha aumentado su ventaja de puntos sobre sus adversarios. Porque él siempre está ahí. Es la diferencia.
Marc recuerda a Miguel Induráin, ganador de cinco Tours y dos Giros. Miguel siempre se escapaba y se le pegaba un adversario para chupar rueda y ganar la etapa. Eran oponentes de un día, que no le podían quitar la general, pero se aprovechaban de su potencia, al rebufo. La diferencia de Induráin con el resto es que él siempre estaba en cabeza, mientras sus rivales estaban un día y al siguiente se perdían en el limbo. Y el español era el claro dominador de una era. Cinco Tours consecutivos, dos Giros, récord de la hora.
Con Márquez sucede lo mismo. Ni Rins, ni Dovizioso chupan rueda y se aprovechan, no, que eso sucede en ciclismo, pero los dos compiten con Marc y le vencen en un gran premio, pero Marc está ahí eternamente. Y quien le ganó la primera vez ya no está en la segunda, entonces es otro. ¿Dónde estaba Dovizioso en Inglaterra, tras ganar una semanas antes? Atrás. ¿Dónde estuvo Rins cuando Dovizioso le ganó a Marc en la meta? Atrás. En el podio siempre estaba el ilerdense.
El punto culminante de esta regularidad es que el pupilo de Alzamora busca su sexta corona de MotoGP, la octava de su carrera. Y la tiene en el bolsillo, en sus manetas. Márquez quiere todos los récords. Persigue alcanzar los ocho títulos de Agostini, el plusmarquista universal. El próximo año intentará igualar las siete coronas de Rossi. Márquez quiere ser el mejor piloto de la historia. Está en ello.
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