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Marc Coma o Joan Barreda, el Dakar debe ser español

Tomás González-Martín el

El rally Dakar vive en el último decenio una progresión de los deportistas españoles similar a la que disfrutamos en el motociclismo de velocidad. El trabajo bien hecho durante dos décadas ha supuesto que pilotos como Marc Márquez, Jorge Lorenzo, Tito Rabat, Alex Márquez, Dani Pedrosa y Pol Espargaró hayan dominado el motociclismo mundial desde el año 2000. El raid más importante del planeta siente un liderazgo similar. Carlos Sainz venció en el Dakar de coches en 2010. Nani Roma ganó el año pasado con el Mini y se convirtió en el único compatriota que ha triunfado en las dos modalidades, coches y motos. Y Marc Coma obtuvo en enero de 2014 su cuarta corona sobre dos ruedas, un mandato triunfal que ahora pretende engrandecer con el quinto entorchado. 

Carlos Sainz lo expresa sin diplomacia: Marc Coma o Joan Barreda, dos españoles, deben adjudicarse el Dakar 2015 sobre las dos ruedas. Y él o Nani Roma han de intentar ganar sobre cuatro y reeditar el duopolio conseguido hace once meses. Nuestro éxito en el deporte del motor refleja la labor ejecutada durante tantos lustros, gracias al apoyo de los patrocinadores y a este sacrificio de los campeones para cumplir con la ayuda recibida y devolver esa inversión con los títulos de mayor rango internacional.

Marc Coma quiere erigirse en el piloto por antonomasia del Dakar de motos. Solo vive para este raid. Se entrena durante diez meses con el objetivo de ganarlo. El rally es el sino de su vida. Si el rally no existiera, Marc no le encontraría sentido a la vida. Echa de menos el romanticismo del Dakar africano, con la hierba camello y el desierto pedregoso, traicionero, como recuerdo imborrable de su existencia. Pero ensalza en la misma medida la dureza salvaje del Dakar suramericano, con las arenas finas de Atacama, el calor sofocante de Copiapó y el frío que ahora sufrirá en Bolivia, a cuatro mil metros de altitud.

Es tal esa rudeza que su gran rival francés, Cyril Despres, ha colgado la moto y se ha subido a un Peugeot. Marc Coma no cuelga las botas. Al contrario, piensa seguir, mientras pueda, contra los pilotos más jóvenes. Su voluntad, su entrenamiento diario, su dedicación, le permiten competir con todos los enemigos que se le pongan por delante. Se levanta a las seis de la mañana y realiza supermotard por la montaña hasta las once. Cada día. Duerme como un pájaro, pronto, para volver a escuchar el despertador a la mañana siguiente y repetir el trabajo por los montes, moto avizor. Hay que tener mucha ilusión y capacidad de trabajo para hacer esto todo el año a lo largo de dos décadas. Barreda imita esta entrega con el fin de conquistar el mismo galardón. Ambos se merecen la corona. Es el premio a las cosas gien hechas.

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