Los directores están alucinados. Han visto a muchos campeones a lo largo de décadas. Han disfrutado, y padecido, a Rossi y a Doohan, a Lawson y a Rainey. Pero Márquez les sorprende. A ellos, que han sabido de ganadores que sacaban el cuchillo de forma antideportiva en muchas carreras. Marc es un ganador limpio. No necesita hacer jugarretas para triunfar. Es lo que les tiene anodadados.
El piloto español ataca, arriesga, se la juega y roza la caída sin perjudicar a nadie, sin hacer daño a los rivales. El ilerdense demuestra una personalidad que no es normal. Novato en Moto2, este mozo ha ganado cinco carreras y aprieta a Bradl para desbancarle del liderato. Este chaval sufrió críticas por los tres “ceros” sufridos al comienzo de la temporada. Reaccionó en Le Mans con su primera victoria en la segunda cilindrada y desde entonces se ha convertido en la sensación del Mundial de motociclismo en sus tres categorías. Conseguir cinco himnos en un debut es anormal. Y pelear por el título, también. Pero es su manera de conducir la que gusta. La que encanta.
En Indianápolis se escapó cuando quiso con uan superioridad que asusta. Lo tiene todo muy claro. Es tan valiente como cerebral. No se calienta, pero rueda al límite. Si le hacen una, la devuelve. Así se hacen los grandes campeones. Los equipos de MotoGP quieren ficharlo para el año 2012 aunque no obtenga el título de Moto2. Es demasiado bueno para dejarle en la segunda división.
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