Sucedió hace tres lustros en Madrid. Era un lunes de abril. El fin de semana siguiente se disputaba el Gran Premio de España, en Jerez. Habíamos realizado una entrevista conjunta a Ángel Nieto, Fonsi, Gelete y Pablo, la saga al completo, con el jefe al frente. Rafael Marichalar, también amigo de Ángel, estuvo en la tertulia con todos nosotros, los Nieto y la canallesca de ABC. Rafael haría un artículo de ambiente y de recuerdos. Yo tendría dos páginas para el reportaje. Todo magnífico. Estábamos como una moto. Era la mejor presentacón del Gran Premio de España.
Al día siguiente, mientras escribía la doble página, llegó el jefe de deportes de ABC y me dijo que no iría a Jérez, al Gran Premio de España, porque había un partido de Liga muy importante en Madrid y debía acudir al campo. Era mayo y la Liga estaba en juego. Anulé mi hotel, mis billetes de AVE y el coche alquilado. Se lo expliqué a Ángel Nieto: “No voy”. Y arrancó su moto dialéctica.
El padre del motociclismo español cogió el teléfono, habló con el jefe y dijo: “Yo le pago el viaje a Tomás, viene a Jérez conmigo, seguro”. No era una cuestión de dinero, sino de decisión periodística. Y yo no sabía como lo haría Ángel, pues todos los hoteles estaban con el cartel de no hay billetes y yo había anulado mi reserva de hotel y de AVE. Pero el campeón estaba seguro: “Tú vas a Jérez”. Me encontraría habitación o me metería en su motorhome. Comería en el hospitality de los equipos de Fonsi, de Gelete o de Pablo, daba igual.
Fui a Jérez. Claro que fui a Jérez. Cualquiera le decía que no a un ídolo eterno del deporte español. Era muy grande.
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