La pelea que Héctor Barberá y su pareja mantuvieron en Jerez cuatro días después del Gran Premio de España de Motociclismo pone en candelero, para algunos en el candelabro, la tesitura que vive un piloto entre la preferencia de su profesión o la preferencia por su vida privada. Fue un combate de amores, celos y desencuentros, con heridas evidentes que asustaron a los médicos. Siempre se ha dicho que es muy difícil centrarse en una cilindrada como MotoGP si se tiene novia. A muchos pilotos les dicen que primero el motociclismo y, una vez retirados, la pareja. Bastantes tienen su media naranja y conviven con ellas en el circuito. Pero estas mujeres admiten unas reglas. El motociclimso lo es todo y la relación no interfiere. Cuando afecta llegan los problmas.
En el caso de Héctor, fue un hecho aislado, pero que evidencia que el piloto no puede estar concentrado en la moto cuando mantiene una relación tan tormentosa. El valenciano no ha sabido llevar esta situación. Debe elegir. Y tomar medidas para el futuro.
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