Se ha estrenado, como sabéis, la pelÃcula de Woody Allen de la que tanto hemos hablado desde que se proyectó en el Festival de Cannes. Ayer, como es lógico, salieron las crÃticas sobre ‘Match Point’. En general, comentarios elogiosos y muy elogiosos sobre la multitud de virtudes que tiene. Bueno, quisiera ahora señalar una peculiar coincidencia en algunas de ellas, y mi total desacuerdo en ese punto. Un aparente paralelismo en ciertos detalles de la trama ha propiciado que algunos crÃticos comparen ‘Match Point’ con aquella otra también genial titulada ‘Delitos y faltas’. Las comparen, las solapen, las mezclen y hablen de una y otra como si fueran entre ellas causa y efecto, o algo asÃ. Tal y como yo lo veo, son completamente distintas en su esencia, en su intención, en los sentimientos a los que apela y en las reacciones que provoca. Si recordáis, en ‘Delitos y faltas’ todo se arremolinaba alrededor del sentimiento de culpa y habÃa un proceso de reflexión espiritual; mientras que en ‘Match Point’ el motor es la ambición y la gasolina el deseo sexual. Y eso es lo esencial, mientras que el resto es anécdota: en una habÃa un rabino, un ridÃculo productor de televisión, un hermano gangster y el humor cÃtrico del Woody Allen en pantalla…, en la otra hay un toque inglés, una americana explosiva, un tenista con suerte… Y una pregunta absurda: ¿puede una pelÃcula convertirnos en cómplices de un asesinato?