Ríos de agosto

Aunque Ford sea los western, hay por ahí algún que otro ‘sucedáneo’ que vale tanto como el original. Howard Hawks, director al que por mucho que se le alabe siempre será poco, también hizo varios western, y le ocurrió con ellos lo mismo que cuando hizo cine negro, comedia, melodrama o aventura: que se acercó a la perfección.

La última película que hizo Hawks fue precisamente un western, ‘Río Lobo’, y fue el broche a su condición de director-río. ‘Río Rojo’, ‘Río Bravo’ o justo la anterior a la última, ‘El Dorado’, es su contribución a un género en el que cabían ya pocas cosas. ‘Río Lobo’ es, como las otras, una película optimista y cínica, una aventura a la que hay que encontrarle el dispositivo ético (Hawks es sinónimo de ética), con un Wayne gigantesco, como siempre con Hawks, capaz de tapar algún que otro agujero; y con una Jennifer O’Neil maravillosa…

Le falta, quizá, ese momento cumbre de la guitarra de Dean Martin y Ricky Nelson en ‘Río Bravo’, a la cual siempre admiró Ford más que si fuese suya, pero ‘Río Lobo’ es una de esas películas que nunca se cansa uno de ver.