Si en el siglo largo de cine español hay grandes, Fernando Fernán Gómez es uno de ellos. Personalmente, me gustaba leerlo; creo que estaba en posesión de una prosa envidable, de una claridad y de una precisión asombrosas, y de un raro sentido del humor. Como director fue a veces muy bueno y otras sublime, y ‘El viaje a ninguna parte’ es todo lo que un actor puede decir de su profesión. ‘La vida por delante’, ‘La vida alrededor’, ‘El extraño viaje’, ‘El mar y el tiempo’, ‘Siete mil días juntos’… Como actor fue, dicho ya, sorprendente, tan serio e hilarante, tan duro y tierno, tan comedido y charlatán. Con la peluca de ‘Don Mendo’, tieso y andarín en el Madrid mentolado de ‘El último caballo’, campanillero y quevediano en ‘El pícaro’, barbado y adusto y noble en ‘El abuelo’, acratón y lúcido en ‘Belle epoque’. Qué tipo. Conozco a algunos que tuvieron la fortuna de tratarlo a la distancia justa y mejor (que no era, ciertamente, la muy, muy cerca), y escucharlo producía, al parecer, el mismo placer que leerlo. El respeto por él y por su genio y figura lo hacía ya merecedor de un rápido punto y final. Descanse, hombre.
Requiescat
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