Luna,Anaya,Ayala,Abril
Dos asuntos que no hay modo de relacionar: he visto ‘Sólo quiero caminar’, la pelÃcula de AgustÃn DÃaz Yanes, y recuerdo ‘El hombre de Laramie’, la pelÃcula de Anthony Mann. No hay nada en común entre estas dos pelÃculas: una es un western y otra es cine negro y violento, pero en ambas subyace uno de los sentimientos más enérgicos y obcecados del ser humano: la venganza. Por lo que sea, la venganza tiene mucho mejor ‘prensa’ que, por ejemplo, la traición, aunque a mà personalmente me parece que la traición (en grande, me refiero: la de Bellido Dolfos en Zamora, por ejemplo) encierra una grandeza de ánimo, un desafÃo, una amoralidad, dignos de admiración. La venganza es, más grande o más pequeña, un mero ajuste de cuentas: demasiado humano.
‘Sólo quiero caminar’ recoge la huella dejada por ‘Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto’, y usa ese personaje (el de Victoria Abril) para levantar otra historia llena de espinas y esquinas. La violencia es tan protagonista y tan elocuente como los actores, y los personajes son todos, con la apacible excepción de un niño escritor que quiere ser torero (tal vez sea al contrario, un niño torero que quiere ser escritor), canallas y despreciables, aunque se le recomiende al espectador tomar patido por ellas, las canallas. Tal vez se pueda considerar como circunstancia común entre ambas, que en la de DÃaz Yanes a una de las protagonistas le den los mafiosos un feÃsimo martillazo en la mano y en la de Anthony Mann a James Stwart un no más bonito balazo en la misma mano. Azares.