Me entretengo viendo cine mudo, o silente que queda más fetén, y la verdad es que es un entretenimiento muy grato, y puede que hasta gratificante. No es fácil, después de ver la altísima vocación estética y poética de algunas películas, conciliarse en una sala con tanto cine perrero de ahora. “El Gabinete del doctor Caligari”, el “Napoleón” de Gance, “Avaricia”, Chaplin, Keaton, y “El demonio y la carne”, una de mis preferidas, “Amanecer”, “Metropolis”… Francamente, tenían algo de razón aquellos que veían un parón en el depuradísimo lenguaje cinematográfico con la explosión del sonoro. No sé, pero tengo la impresión de que sabían cosas que ya hemos olvidado. ¡Ah!, el título no está referido al cine, sino a mí ante él.
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