Cuando John Wayne hace “The shootist” se bebía, por imperativos de la realidad, el láudano de su personaje, John Bernard Books, el último pistolero que vivía de prestado en un mundo, el albor del siglo XX, que sólo pensaba en escupirlo fuera. J.B.Books vale para cualquier persona que antes, ahora o luego será escupida del mundo por el progreso, lo nuevo, lo fetén. La dignidad de Books en esa película de Don Siegel sólo es comparable a la del propio Wayne, que había acorralado ya a su ágil cáncer y se perfilaban ambos para el duelo final.
La dignidad es lamentablemente “mobile” y suele largarse con otro cuando la cosa se pone fea. Bienaventurados aquellos que desaparecen antes que su dignidad.
Una vez más, me he olvidado del tema y dejo sólo la digresión.
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