Aunque lo he dejado caer algunas veces, nunca lo he confesado tan abiertamente como lo voy a hacer ahora. Mi western preferido lo dirigió ¡Otto Preminger!… Asà es, prefiero ‘RÃo sin retorno’ que ‘Centauros del desierto’, ‘La diligencia’ o ‘El hombre que mató a Liberty Valance’. Entiendo que esto no pueda ser defendido sino con mis ojos, pero la aventura de Marilyn Monroe, Robert Mitchum y el niño Tommy Rettig, que viajan en una barcaza rÃo abajo mientras que los indios los acosan. Hay muy pocas pelÃculas que me gusten ver más o antes que ésa: el pueblo de buscadores de oro, la cantante tirada en ese barrizal, el amante chulo, papá Mitchum (¡qué tipo!), unos indios salvajes y tozudos sólo para pasar el rato… Confieso, que vista y más vista ya de adulto, me caigo en sus agujeros, pero ya no podré dejar de adorarla nunca: ni al gruyere, tampoco. Otra confesión inconfesable: no me gusta ninguna pelÃcula de Pasolini. Y ninguna es ninguna. Puedo verlas, o estar en una mesa redonda sobre ellas o él, pero gustarme, lo que se dice gustarme, ni disimulando. Y ya algo realmente inaudito, intolerable: mi pelÃcula preferida de Truffaut es ‘Una chica tan decente como yo’, auténtica blasfemia dentro de la filmografÃa de un tipo que hizo ‘Los 400 golpes’, ‘Jules et Jim’, ‘Fahrenheit 451’, ‘La noche americana’, ‘El niño salvaje’, ‘La piel dulce’…, yo qué sé. Y por qué me ocurre eso tan raro: pues porque sin duda hay algo en mà que se rebela contra el crÃtico que aparento ser. Supongo que podréis superar mis aberraciones con creces. No hay más que leeros por aquÃ.