En el departamento de gestión de calidad podrán opinar lo que les dé la gana: yo veo el arranque de ‘Los comancheros’ y siento profundamente que el cine (verlo, estar en él) es lo mejor que hay. ¡Qué arranque! Un duelo, una filosofía fronteriza de lo que es la justicia (el que muere en el duelo es sobrino del juez, y el que vive, claro, un perseguido), la entrada paquiderma de John Wayne y de la música de Elmer Bernstein, la perpetua cara de cachondeo de Stuart Whitman… La última peli de Michael Curtiz es un western que te llena de alegría y que te devuelve el amor al cine en el caso probable de que se haya rebajado un pelín. Ver ‘Los comancheros’ de vez en cuando es, pues, una medicina. Una obligación. Y además, John Wayne y Lee Marvin insisten en ‘la escena del filete’, aunque vista de otro modo pero abocada a similares consecuencias. Caballos, carretas, comanches, comancheros, armas, whisky, peleas, amor, traiciones (¡qué pedazo de traición la de ella a su propio padre!), rangers… En fin, todo. Me la pediré para Reyes
Elegante, Curtiz
Hasta que ella, la chica, sea Ina Balin, guapa y a la par discreta, es todo un acierto.
Una de piratas
por
Oti Marchante
Yo me pido ‘Los comancheros’
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