De los estrenos recientes, lo que más me ha gustado ha sido Emilia Clark en “Antes de ti” (crítica de ABC) y Tom Hanks en “Esperando al Rey” (crítica). Aunque parece que la película interesante debería de ser la de Linklater, “Todos queremos algo” (crítica) y la de mayor expectación y taquilla “Independence Day: contraataque” (crítica), o tal vez la de “Demolición” (crítica)… En fin, estrenos para todos los gustos, incluido el mío, que me ha gustado mucho el riesgo de un melodramón tan de llantina como “Antes de ti”.
Y se ha estrenado, también para otros gustos, “Amor de verano” (crítica), de Catherine Corsini, de la cual tengo puedo decir que parte de lo que cuenta en su melodrama romántico ya se ha visto en títulos más anchos, profundos y directos como “La vida de Adèle” o “Carol”, películas que abrumaban de sensibilidad, erotismo y clase un amor entre mujeres. Pero Corsini lo sitúa en los abiertos y exploradores años setenta y en un París hirviente con su contrapunto en la tranquila y estrecha campiña de la que procede Delphine, lesbiana a su pesar y campesina de cuerpo y alma, que conoce en la libertad parisina a Carole, feminista, activista e ignorante de sí misma. La historia de amor no tiene especial interés, pero sí el dibujo que traza Corsini alrededor de ella, de lo desorientado del parisino progre tipo (la apología de la píldora suena hoy a contubernio farmacéutico) y de la esclerosis provinciana, y también tiene su miga la mirada de la película a esos dos físicos de mujer, la finísima Cécile de France y la rústica Izïa Higelin, que ambas ponen empeño en volcarse la una sobre la otra, pero están a millas de distancia de aquel comerse vivas de Exarchopoulos y Seydoux en la película de Kechiche.
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