Ridley Scott

Está a punto de estrenarse la última película de Ridley Scott, “El consejero” (que se debía titular “El abogado”, que es lo que es en la película), que ha tenido una previa y falsísima polémica a propósito de alguna escena entre sábanas de Penélope Cruz y Michael Fassbender, con Javier Bardem en el set… Chorradas… Lo único que a mí me parece polémico es el desastre en que se ha convertido uno de mis directores más admirados, el hombre que nunca se pasará de moda gracias a “Alien” o “Blade Runner”, eternamente por delante del tiempo que venga. Por otra parte, mi desastre con esta película se duplica al ser el guionista de ella Cormac McCarthy, un escritor de pelotas al que hay que leer con las botazas puestas, y que aquí despliega una historia potente, de frontera, como es habitual, pero en la que todo se te queda entre los dientes, como esa carne deshilachada de una mal cubano… Todo es un pitido en la oreja…, y no hay carácter dentro salvo en el personaje que encarna Cameron Díaz, que se los merienda a todos sin el menor atisbo de replicancia. Bien, la desilusión no es en el fondo más que una alternativa; hay otras para “El consejero”, pero en lo que a mí respecta es con la que me quedo. Habrá que decir más, y escuchar, y discutir.