Hay universos en los que no consigo entrar (frase realmente premonitoria de las muchas gilipolloises que irán a continuación…, porque, ¿en qué universos sí consigo entrar?…, a ver, Oti, en cuáles…), y el que supuestamente tiene el director Léos Carax es uno de ellos. Quiero decir, que “Holy Motors” no me gusta por un montón de cosas que no sabría ni explicar, sí, pero también hay algunas que más o menos tengo detectadas.
No me gusta “Holy Motors” porque le veo el hueco con la apariencia de estar muy lleno: Carax parece que dice grandes cosas, y en mayúsculas, pero sólo hay ideítas sobre el hombre de hoy, el dinero, la familia, la moda, el amor, el sexo…, en fin. No me gusta porque no hay solidez ni discurso más allá de su intención de “epater”, y si los hay son casi pueriles (lo de los monos, ¡por favor!…, o lo de los coches que hablan, ¡patético!). No me gusta por el uso “bobo” que hace de Eva Mendes (tal vez alguien lo encuentre gracioso, pero yo veo a Denis Lavant en pelotas y busco uno de esas bolsitas de los aviones), ni de Kile Minogue, que hubiera podido ser una minihistoria llena de romanticismo y encanto pero que no es más que otro regüeldo pretencioso de Carax…
Por otra parte, si la peli se hubiera terminado cuando (en mi opinión) debía; es decir, antes de la chorrada simiesca (sale de casa…., entra en casa…), tal vez la película hubiera tenido algo más de sentido, digamos, filosófico…
Total, que me parece mucho más profundo y de todo Santiago Segura. Y con un motor mucho más feliz.
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