Pablo M. Díez el 17 dic, 2008 Ahora que se cumplen 30 años del inicio de las reformas económicas de corte capitalista que han transformado a China hasta convertirla en una potencia mundial, parece que detrás de cada uno de sus habitantes hay un empresario de raza ansioso por ganar dinero para subirse al carro del crecimiento y el progreso. Pero no siempre fue así, ya que hace tres décadas aún regía en el país una estricta política de planificación comunista donde no existía la iniciativa privada y todos los servicios eran públicos al ser aportados por el Estado. Junto a Deng Xiaoping, quien abrió el país tras la muerte de Mao Zedong, y otros líderes reformistas del Partido Comunista, Liu Guixian fue una de las mujeres que contribuyó a construir esta nueva China que se ha arrojado en brazos del capitalismo. Pero Liu Guixian no era una gerifalte del régimen ni una empresaria de Hong Kong dispuesta a invertir su fortuna en China para aprovechar su barata mano de obra, sino una pobre ama de casa que intentaba sacar adelante a sus cinco hijos. Mi marido, Guo Peiji, trabajaba como cocinero en el Hotel Pekín y yo también tenía buena mano para los pucheros, así que se nos ocurrió que podíamos aprovechar estas aptitudes para abrir un restaurante que nos ayudara a criar a nuestros hijos, explica a ABC Liu Guixian, quien tiene ya 76 años. El problema era que por aquel entonces, principios de 1980, todos los restaurantes eran estatales y no había ni un solo establecimiento privado. Fui a la Oficina Industrial del distrito de Dongcheng para pedir permiso, pero me dijeron que esperara porque en aquellos momentos ni siquiera existían las licencias comerciales, desgrana la anciana, tan perseverante que acudía todos los días para preguntar a los funcionarios qué había de lo suyo. Su caso, tan curioso y original, despertó la curiosidad de un periódico y finalmente, debido a los nuevos aires de cambio que se respiraban en China, las autoridades acabaron concediéndole la autorización. Me firmaron un papel gracias al cual pude pedir al banco un préstamo de 500 yuanes (que entonces equivalían a medio año de un buen sueldo) para abrir el restaurante, recuerda Liu Guixian, quien empleó casi todo el dinero en habilitar un pequeño salón de su casa y colocar cuatro mesas con sus respectivas sillas. Invertí los 36 yuanes que me quedaban en cuatro patos, de los cuales cociné tres el primer día y, con lo que gané, pude comprar otros tres para abrir a la jornada siguiente, señala la anciana. Sin embargo, la recién estrenada empresaria no podía adquirir la comida del restaurante con los cupones de alimentos que se utilizaban en aquella época en los economatos estatales, por lo que debía viajar en tren durante cuatro horas a la vecina provincia de Hebei para comprarles el arroz, las verduras y las gallinas a los campesinos locales. Iba cada cuatro o cinco días, me gastaba 200 yuanes y volvía cargando con 50 kilos de mercancías para abrir el restaurante a la hora de la cena, pero cada día ganábamos unos 100 yuanes y eso antes era un salario mensual en China, indica Liu Guixian en el restaurante Yuebin, que 28 años después sigue abierto al público en el hutong Cui Hua de Pekín y tiene el honor de ser el primer restaurante privado de China. Entre sus primeros clientes estaban los diplomáticos de la Embajada de Estados Unidos, que luego corrieron la voz entre el resto de la comunidad extranjera asentada en Pekín, pero también había muchos chinos que, ataviados con sus característicos trajes tipo Mao, hacían cola en la calle esperando su turno para entrar a su pequeño comedor. Junto a su local hermano Yuexian, que abrió poco después a escasos metros gracias al éxito del primer establecimiento, esta emblemática cantina cuenta con cinco cocineros y 20 camareros y ofrece comida casera de Pekín para los lao bai xing (la gente del pueblo, en mandarín). Entre sus deliciosas especialidades, servidas en generosas proporciones a precios más que asequibles, destacan el cerdo con vinagre y ajo, las gambas con pepinillos, las bolas fritas de pescado o las tortillas rellenas. El secreto de nuestro éxito es el trabajo duro y la honestidad, se enorgullece la dueña, quien elude cualquier cuestión política y reconoce que no sabíamos nada de la apertura y reforma de Deng Xiaoping ni si éramos comunistas o capitalistas, ya que sólo queríamos tener una vida mejor haciendo lo que mi marido y yo sabemos: cocinar. Más información sobre el aniversario de la política de apertura y reforma en el reportaje A 30 años-luz de la China de Mao Otros temas Tags 30aniversarioaperturacapitalismochinacocinacomidacomunismodeng xiaopingguo peijiliu guixianmao zedongpoliticaprimerprivadoreformarestauranteyuebinyuexian Comentarios Pablo M. Díez el 17 dic, 2008
Entrevista íntegra a la Nobel de la Paz María Ressa: “Las elecciones de Filipinas son un ejemplo de la desinformación en las redes sociales”