Esta es la sala de prensa habilitada por el Gobierno chino para que los periodistas puedan cubrir la revuelta uigur. Las comillas vienen a cuento porque ya resulta irónico que un Gobierno tan hermético y aficionado a la censura como el chino acredite a los reporteros con motivo de un hecho tan dramático como los disturbios interétnicos que han sacudido a la región musulmana de Xinjiang. Pero es que, en su empeño por controlar la información, las fotos y las imágenes que trascienden, el régimen ha cortado internet en toda la región que es tres veces la superficie de España , salvo en un hotel donde nos hemos alojado todos los periodistas. Más de 150 reporteros hemos trabajado en dos pequeñas salas donde sólo había unos 40 cables para conectarse a la Red. En algunos momentos, la situación era tan caótica que los periodistas estábamos hacinados en un auténtico enredo de ordenadores y cables en los que casi acabábamos escribiendo nuestras crónicas en los portátiles de los vecinos mientras otros andaban bajo las mesas buscando una conexión o un enchufe. Menos mal que, al final, nadie ha acabado electrocutado, aunque sí bastante quemado de la cobertura de la revuelta uigur en Xinjiang.